La Revolución Mexicana
transformó diversas estructuras, que afectaron la vida de la mayoría de la
población en el país, en tiempos turbulentos a escala global. Aunque existían
inercias previas, el comienzo tuvo un día especifico, el 20 de noviembre de 1910,
que era el momento marcado en el Plan de San Luis para comenzar el levantamiento
armado, el cual se planteó triunfar en poco tiempo. La realidad resultó otra,
cinco años pasaron para tener un bando capaz de considerarse con la autoridad
de reclamar una endeble victoria e igual periodo para que los principales
grupos rebeldes dejaran las hostilidades. No resulta fácil dar una fecha
concreta para el termino del proceso histórico, podemos hablar de 1920 como el
momento de culminación, donde existieron diversas coyunturas: el Plan de Agua
Prieta, el asesinato de Venustiano Carranza y la llegada de Álvaro Obregón al
poder.
La
Revolución Mexicana contuvo diversas revoluciones, que tuvieron varios
caudillos, momentos históricos, coordenadas geográficas, grupos sociales
protagónicos o mesclas de tales elementos. Por lo cual, los objetivos
resultaron de enorme pluralidad y, en ocasiones, contra puestos. En tal
diversidad de fuerzas, algunas resultaron más exitosas que otras, aunque
ninguna logró dominar definitivamente en aquellos años, por ejemplo, el
victorioso constitucionalismo convocó a la constituyente y tuvo que aceptar el
agrarismo en la Constitución de 1917, lo cual conformaba la esencia del
zapatismo y del villismo, que derrotó en los campos de batalla. Con sus
inercias y contradicciones, la Revolución Mexicana conmocionó al país.
El decenio
de 1910 mostró el heroísmo del pueblo, que soñó con un mejor futuro. Aunque al
menos en aquel periodo, la mayoría de la población sufrió, el hambre resultó
una constante en diversas regiones del país. El desplome económico afectó a
casi todos. Las ideas democráticas del maderismo con las que comenzó la
Revolución Mexicana, perdieron vigencia y fueron remplazadas por el autoritarismo.
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