El México del siglo XIX estuvo en una situación de constante caos, los problemas se multiplicaron desde el interior y el exterior para la nación en formación. Las instituciones fueron relegadas, mientras los caudillos pasaron a ser el factor decisivo, las confrontaciones bélicas parecían ser cosa de todos los días.
El
parte aguas entre el periodo colonial y nacional fueron los diez años de la
gesta por la independencia. La misma comenzó como una lucha popular, que apartó
de los planteamientos insurreccionales a los grupos criollos. Diversos
documentos de gran valor fueron escritos, destacando Sentimientos de la Nación de José María Morelos. Tras varios
tropiezos y desde los grupos conservadores de la élite, la independencia quedó
consumada en 1821.
Los
años subsecuentes resultaron de una enorme inestabilidad. El territorio
nacional quedó mutilado tanto en el sur como en el norte, aunque resultó
impresionante que se mantuviera la integridad de México como nación sin mayores
dispersiones. Las formas de gobierno cambiaban constantemente entre imperio,
república federal y república centralista, la permanencia de los hombres en el
poder resultó volátil.
Antonio
López de Santa Anna había sido el hombre indispensable, su caída frente la
revolución de Ayutla resultó crucial en la reorganización de fuerzas. Permitió
la elaboración de la Constitución de 1857. Esto desencadenó la guerra de los
Tres Años, tras la cual resultaron victoriosos los liberales. En tal contexto,
las viejas corporaciones coloniales (el ejército, la iglesia y los pueblos
indígenas) estaban en proceso de desintegración.
Al
desconocer el gobierno de Benito Juárez la deuda externa, la intervención
Tripartita comenzó y derivó en el Segundo Imperio de Maximiliano de Habsburgo.
El cual se sustentó en el poderío militar franceses, que terminó por retirarse.
En 1867, la República Restaurada comenzaba de forma victoriosa, aunque estuvo
marcada por el anquilosamiento de los lideres y la traición a los valores
liberales.
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El Siglo XIX.
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