Al comenzar su expedición como un rebelde, Hernán Cortés necesitó logros capaces de impresionar y complacer al monarca español, Carlos I de España o V de Bélgica. Esto lo motivo a continuar su marcha rumbo a Tenoctitlán. Entre los españoles, las noticias sobre la grandeza de la ciudad penetraron al considerarla un lugar rico de donde obtener oro. Sin olvidar, los españoles lograron sumar fuerzas totonacas y tlaxcaltecas entre otras menores en su marcha a la Cuenca de México.
Por su parte, Moctezuma Xocoyoyzin, el tlatoani tenochca, mostró preocupación por los malos augurios y la posibilidad de estar a punto de encontrarse con Quetzalcoat. Aunque también comprendió el desacato de algunos pueblos tributarios por culpa de los españoles, que ocasionó la perdida de recursos y la disminución del territorio controlado por su imperio. Aún más importante, le legitimidad del sistema político sufrió de erosión.
Entre la nobleza tenochca y sus aliados, dos posturas comenzaron a presentarse frente el inminente arribo de los españoles. Primero, el gobernante de Iztapalapa, Cuitláhuac, consideró necesario actuar con las armas antes de verse superados. Segundo, el señor de Teztcoco, Cacama, planteó dar la bienvenida (Battcock, 2021: 17). Al final, Moctezuma apoyó la solución diplomática y la hizo prevalecer.
Al arribar a la Cuenca de México, los españoles lograron observar la grandeza de Tenochtitlán a lo lejos. En Iztapalapa tomaron la calzada para introducirse al lago. Al estar próximos a la ciudad, acompañado de un importante séquito, Moctezuma salió al encuentro de aquellos dioses o hombres. Los anfitriones llevaron diversos obsequios, las piezas de oro resultaron las más llamativas a los ojos de los recién llegados.
El encuentro de dos mundos tiene diversos momentos simbólicos, en noviembre de 1519, el de Cortés y Moctezuma protagonizaron uno cargado de relevancia por ser Tenochtitlán el centro urbano de mayor relevancia de Mesoamérica en aquel momento. El intercambio de palabras estuvo mediado por Pedro de Alvarado y la Malinche, del español, al maya y al náhuatl, la misma ruta se presento para responder. Tras lo cual, la ciudad abrió sus puertas a los españoles y, a los acompañantes, indigenas.
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