En 1519, el islote de Tenochtitlán conectaba al de Tlatelolco por la creación artificial de nuevas tierras, entre las dos formaban una gran urbe con estimaciones de la población entre 150,000 y 225,000 habitantes. El Templo Mayor y su recinto sagrado funcionaban como corazón de la ciudad. Los visitantes llegaban por medio de tres calzadas y un puerto. Para cualquier persona de la época, la imagen resultaba algo impresionante.
Al considerar a la sociedad tenochca, los grupos más relevantes quedaron entre el pueblo común -macehualtin- y la nobleza -pipiltin-. Los primeros eran la fuerza de trabajo, la mayoría laboró en la agricultura, aunque también ejercieron otros oficios fundamentales, estuvieron organizados a través de la gran familia el -calpulli-. Los segundos ejercieron las funciones del gobierno, del culto y de la guerra, sin olvidar, tuvieron una serie de privilegios, mientras en la cima, el tlatoani era uno de ellos.
En sus relaciones, Tenochtitlán mantuvo un fuerte vinculo con Tezcoco y Tlacopan, las tres urbes eran la Triple Alianza. Tal organización tuvo sentido en una perspectiva mítica-religiosa, al plantearse como los tres niveles de la estructura cósmica: cielo, tierra e inframundo. En los hechos, los mexicas sometieron a sus intereses a las otras dos urbes, al dejarlos en un segundo lugar en el sistema de dominación.
Desde principios del siglo XVI, la Triple Alianza detuvo la expansión de su territorio. En un espacio inmediato, la Cuenca de México resultó ser un territorio subordinado, ahí, lo lacustre resultó fundamental para obtener recursos y Tenochtitlán funcionó como el centro articulador. Desde una perspectiva más amplia, las regiones dominadas llegaron tanto a la costa del Pacífico como a la del Atlántico. Sin embargo, algunas zonas quedaron indómitos como la de los tlaxcaltecas.
Al considerar la organización de los territorios. Los linajes locales lograron sobrevivir, aunque los mexicas impusieron un administrador, el tlatoque. En términos materiales, el tributo llegó directamente a los pipiltin, mientras el comercio llevó mercancías a los mismos y a los macehualtin, también resultó útil para exportar fuera de la ciudad. A nivel de las mentalidades, los mitos tenochcas comenzaron a ser conocidos en toda Mesoamérica.
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