La expedición de Hernán Cortés avanzó rumbo a Mexico-Tenoctitlán integrada por hombres procedentes de la península ibérica: los conquistadores y en ocasiones omitimos que fueron acompañados por algunos esclavos negros, lo cual significó la llegada de otro grupo étnico. En tal caso, procedieron del Caribe y del África subsahariana en contra de su voluntad.
Con el tiempo, la llegada de los negros terminó por ser una necesidad de la Nueva España por la falta de mano de obra por la caída demográfica de los indigenas en especial en las regiones costeras. Sin olvidar, la corona española decidió proteger a la población local agrícola de la esclavitud y volvió inviable su uso para los trabajos de mayor desgaste físico.
Más que una travesía migratoria, los esclavos llegaron a través de una ruta comercial, eran una mercancía. Fueron extraídos de pequeñas poblaciones agrícolas del África subsahariana por grupos de la misma región vinculados a los europeos o, a partir del siglo XVII, algunos expedicionarios. Los barcos portugueses y, después, ingleses realizaron la travesía por el Atlántico, la mortandad resultó grande por las pésimas condiciones de higiene y el hacinamiento.
En el comercio de esclavos, la Nueva España resultó un punto secundario al considerar otras regiones como el Caribe, aunque tuvo un flujo constante. Los negros llegaron por el puerto de Veracruz y, por necesidad, terminaron ahí o en otras regiones costeras. Sin olivar, las minas necesitaron de ellos al considerar lo extenuante de los trabajos necesarios, algunos indios nómadas o los llamados chichimecas compartieron las jornadas en aquellos lugares por la imposibilidad de explotarlos de otra forma.
En buena medida, la esclavitud solo fue una de las formas de trabajo en la Nueva España y tuvo un peso demográfico secundario. En algunos casos, los negros terminaron en el trabajo domestico, aquellos resultaron afortunados. En el otro extremo, el uso del azogue (plomo) en la minería causó la muerte prematura de forma significativa (Velázquez, 2021: 50). A final de cuentas, las malas condiciones y el anhelo de la libertad provocaron fugas y rebeliones.
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