El escudo nacional en el siglo XIX

La cosmovisión mesoamericana tuvo diversas representaciones cercanas a la del escudo nacional mexicano (López, 2001: 23). Hoy bajo resguardo del Museo Nacional de Antropología, el teocalli de la guerra sagrada fue realizado por escultores mexicas, formó la representación de un águila con un atl tlachinolli (agua que se quema, agua que arde, el agua preciosa, la sangre) en el pico y sobre un nopal, que en parte terminó por ser un recordatorio de los símbolos patrios como fueron concebidos en el siglo XIX y lo vinculó con un pasado más profundo.  

En la época novohispana, el águila que devora una serpiente resultó parte de los símbolos colonialistas, trastocó la visión dual mesoamericana al incorporar la idea de bien y mal del catolicismo: el ser luminoso que derrotó al caos. A partir de tal herencia, el escudo nacional logró colarse dentro de la identidad en formación en la época decimonónica con purgas por su significado. 

Desde el proceso de independencia, José María Morelos y Pavón utilizó un estandarte con un águila sobre un nopal. En el Primer Imperio, la bandera incorporó nuevamente el águila, aunque ésta terminó por ser coronada, tal símbolo monárquico desapareció al instaurarse la República y el ave rapas permaneció. 

A lo largo del siglo XIX, diversas banderas incorporaron en el centro al águila devorando una serpiente y sobre un nopal con sus respectivas variaciones. En el ejército los batallones utilizaron estandartes con simbolismos semejantes al nacional, destacaron los del periodo de la Guerra México-norteamericana (1846-1848) por evocar el patriotismo frente el invasor. 

A pesar de ser el centro de la bandera nacional por décadas, el Segundo Imperio fue el momento donde el águila devorando una serpiente sobre un nopal pasó a formar parte del escudo nacional, aunque en su momento quedó enmarcado por simbolismos monárquicos como una corona en la parte superior. En contra posición, la República Itinerante mantuvo su propio escudo. 

Al restaurase la República, Benito Juárez retomó el águila devorando una serpiente sobre un nopal como escudo nacional y desapareció la simbología europeísta de Maximiliano. Así, el mito mexica revivió no sólo para evocar la fundación de México-Tenochtitlán, llegó a ser el símbolo de una segunda independencia y, por lo tanto, quedó atado a la identidad mexicana. 

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