La Perestroika soviética

por Alef Pérez

En 1985, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) estuvo sumida en una serie de dificultades económicas. Por ejemplo, la industria terminó estancada y resultó incapaz de incorporar innovaciones o de adaptarse a las necesidades de la sociedad por el peso de la centralización y burocratización de todas las decisiones. En tal contexto, Mijaíl Gorbachov asumió el poder y comenzó a preparar sus reformas en teoría para dinamizar el sistema en su conjunto, aunque terminó por desestabilizarlo. 

En lo económico, Gorbachov planteó la construcción de un “socialismo de mercado”, lo cual resultó ambiguo, que llegó a significar la incorporación de elementos capitalistas y mantener la vigencia del socialismo. Tal idea fue planteada y estimulada por un grupo de hombres considerados reformistas. 

Como antecedente, en los años veinte del siglo pasado, la Nueva Política Económica (NEP, por sus siglas en inglés) de Lenin implementó un proyecto económico de liberación de mercados con un fuerte contenido socialista. En tal periodo, la mayoría de los ciudadanos de la URSS estuvo completamente comprometido con un proceso revolucionario socialista, mientras la industrialización resultó posible por medio de las migraciones del campo a la ciudad. Por su parte, la China contemporánea a la perestroika vivió un rápido crecimiento económico por medio de cierta apertura comercial y productiva, junto la transición de campesinos a obreros. Es de agregarse, tales ejemplos de “socialismo de mercado” evitaron una transformación política de democratización, mientras Gorbachov implementó la misma, sin considerar el peso de todos sus cambios estructurales en conjunto.  

En 1987, la perestroika (restructuración en español) comenzó su implementación en la economía soviética. Para disminuir el peso del centralismo, el Plan Quinquenal perdió campo de acción y dejó lugar a la libre decisión de las unidades productivas (Béjar, 2011: 345).  Los obreros soviéticos comenzaron a tener inestabilidad laboral por la posibilidad del cierre de su fuente de ingresos al ser ineficiente. Por su parte, la burocracia perdió relevancia. En lugar de dinamizarse la productividad, las fábricas no llegaron a adaptarse y el descontento llegó a la sociedad. 

En tal escenario, los reformistas comenzaron a ser vistos como los culpables de los problemas económicos. Por su parte, los conservadores retomaron su fuerza y purgaron por regresar a la centralización. Mientras Gorbachov quedó atrapado entre los ideólogos de dos formas de organizar a la economía irreconciliables. 

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