Los Estados Unidos en la paz de Europa (1919-1920)

Frente a Europa, los Estados Unidos tuvieron una postura aislacionista, que resultó palpable en el siglo XIX. Para 1913, Woodrow Wilson fue electo como presidente y dio un giro intervencionista en el exterior a las políticas norteamericanas. En la Primera Guerra Mundial, su intervención inclinó la balanza y significó la derrota de Alemania.

Desde finales de 1918 y, en especial, durante 1919, los Estados Unidos actuaron en el escenario europeo para consolidar la paz. Enarbolaron su imperialismo basado en la religión, el capitalismo, la democracia, la paz y su propio poderío (Anderson, 2014: 16), sin olvidar, mostraron actitudes arrogantes. Muy a su pesar, los europeos vieron a los norteamericanos como el único arbitro reconocido por todas las partes. 

Entre sus diversas expresiones, el imperialismo norteamericano mostró como su principal preocupación el mantener firme el capitalismo y, en espacial, la acumulación de su propia burguesía. Así, buscó el libre tránsito de las mercancías y el fin de los esquemas comerciales cerrados coloniales de beneficio exclusivo para las metrópolis. Esto no resultó fortuito, los empresarios de Estados Unidos creyeron tener la capacidad de remplazar a los europeos en los diversos rincones del globo. Es más, el consumo del Viejo Continente resultó fundamental para las exportaciones de los Estados Unidos. 

En cuanto a las negociaciones de paz, los Estados Unidos actuaron en un escenario diplomático-espectáculo (Nouschin, 1996: 92), en buena medida, la opinión pública resultó un factor por manipular. Sin olvidar, los pactos secretos entre las naciones resultaron excluidos, en consecuencia, las negociaciones en Versalles fueron seguidas por los diversos medios impresos hasta la firma de los Tratados. 

Es de hacerse notar, antes de la Primera Guerra Mundial, Europa era la región con el poder hegemónico internacional con Gran Bretaña y Alemania a la cabeza. Otros actores fuertes sólo tuvieron influencia a nivel regional. Tras el fin del conflicto, Estados Unidos resultó fundamental para el rediseño del Viejo Continente y estuvo en la posición de tomar su lugar como el poder indiscutible a nivel global. 

Tras la Primera Guerra Mundial, Estados Unidos dejó su figura de poder local y pasó a ser la potencia hegemónica indiscutible, el presidente Woodrod Wilson resultó el protagonista en tal trasformación. Sin embargo, la sociedad norteamericana consideró innecesario un lugar preponderante entre las naciones, no tuvo una visión global. En 1920, las elecciones dieron una victoria republicana, mientras el campo de acción regreso a las regiones próximas a sus fronteras. 

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