El Tratado de Versalles

Al comenzar a disiparse el polvo de la Primera Guerra Mundial, a finales de 1918, las exhaustas Gran Bretaña, Francia e Italia alcanzaron la victoria. Sin olvidar, los Estados Unidos estuvieron como potencia vencedora, no sufrieron daños por entrar al conflicto sólo para decidir la balanza y, por tal situación, sugirieron los Catorce Puntos del presidente Woodrow Wilson, que buscaron consolidar una paz perdurable, sin éxito.  

En cuanto a los interesados en Europa, las potencias involucradas tuvieron posturas divergentes. A pesar de estar entre los victoriosos, Italia quedó prácticamente sin vos. Desde un planteamiento vengativo, Gran Bretaña y, en especial, Francia buscaron humillar. Como el derrotado en espera de un castigo, los alemanes sólo vieron los acuerdos de sus enemigos como un borrador, que resultó imposible modificar en sus elementos sustanciales. 

En cuanto al mapa europeo, el derrumbe de los imperios austrohúngaro y del turco-otomano provocaron la necesidad de reconfigurar las fronteras. Por su parte, Alemania perdió territorios prácticamente en todas las direcciones. En buena medida, las entidades étnicas-lingüísticas fueron la base para el diseño de los nuevos Estado-nación, aunque quedaron envueltas minorías que no encajaron en tal esquema. 

En los Tratados de Versalles, el mayor castigo fue el económico en contra de Alemania. Al ser la responsable del conflicto a los ojos de los victoriosos, debió pagar las reparaciones de la guerra una cifra astronómica. Sus inversiones en el extranjero fueron decomisadas para entregarse a ciudadanos de las naciones victoriosas, algo similar sucedió con su marina mercante. 

Tras la humillación económica llegó la militar, Alemania perdió su capacidad ofensiva y la defensiva. La marina y la aviación desaparecieron. El ejército terminó por reducir el número de efectivos, el cual debió ser máximo de 400 mil hombres, sin la posibilidad de guardar infantería pesada. En buena medida, el miedo de los francesas resultó el artífice de tales medidas. 

A la vista de algunos observadores del momento como John Maynard Keynes, el Tratado de Versalles resultó perjudicial para toda Europa, no sólo para Alemania, al erosionar los cimientos económicos y las relaciones diplomáticas (Briggs, 2004: 242). Con los años, los problemas resultaron notables, mientras los tambores de una nueva guerra sonaron poco a poco con más fuerza hasta estallar en una nueva confrontación internacional. 

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