Oleada de golpes de Estado en América Latina (1930-1932)

por Alef Pérez

En el siglo XX, la Gran Depresión significó una catástrofe económica de dimensiones planetarias, el capitalismo vivió una sacudida capaz de poner en duda su viabilidad. En particular, trasformó y radicalizó los sistemas políticos. En este último aspecto, los cambios resultaron palpables en América Latina con el advenimiento al poder de grupos militares.

Entre 1930 y 1932, Argentina, Bolivia, Chile, Perú, Ecuador, Guatemala, Honduras, República Dominicana y El Salvador sufrieron algún altercado con su propio ejército, en la mayoría de los casos terminó en golpe de Estado (Cattáneo, 2001: 758). Es de hacerse notar, la democracia como parte del sistema político resultó algo raro en América Latina para aquel momento y, por lo tanto, los alzamientos no estuvieron enfrentados a la misma, aunque estuvo en el discurso de los diversos bandos enfrentados. 

En buena medida, los golpistas actuaron por la erosión de las instituciones en los regímenes latinoamericanos. En términos ideológicos resultaron diversos los posicionamientos. Desde la derecha, algunos intentaron evitar el auge de los movimientos obreros y campesinos (Rouquié, 1997: 293). Por el contrario, desde la izquierda, otros tuvieron cercanía con los reclamos sociales, sin lograr conectar con las masas. Argentina y Chile fueron casos extremos, en cuanto a las coordenadas políticas se refiere. 

En 1930, el golpe de Estado de Argentina inauguró la llamada “década infame”. El mismo triunfó casi sin disparar y derrocó al presidente Hipólito Yrigoyen e impuso en el puesto a José Félix Uriburu. Por su parte, los civiles mantuvieron una fuerte presencia en el régimen organizado por quienes tomaron el poder a través de las armas. En contra de la oposición, la persecución política resultó habitual y la tortura fue utilizada. 

Para 1932, Chile vivió un golpe de Estado por militares inspirados en ideas de izquierda y con participación del Partido Comunista de esa nación. De corta vida, la República Socialista de Chile intentó llevar a cabo reformas sociales a favor de las masas, aunque nunca encontró la forma de conectar a la mayoría de los obreros y campesinos con su movimiento y terminó por fracasar. 

En buena medida, los años de la Gran Depresión crearon una forma de fundar y hacer gobierno desde las cupulas militares. El ejército logró colocarse como uno de los principales agentes de decisión política de América Latina sobre las instituciones, que en teoría debió proteger. El miedo a su brutalidad resultó una constante, aunque existieron sectores sociales dispuestos a aclamar a los diversos caudillos surgidos de las barracas. 

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