El imperio colonial de Alemania en la Era del Imperialismo

por Alef Pérez

En el escenario europeo, al comenzar el último cuarto del siglo XIX, los poseedores de colonias disfrutaron de cierto estatus frente aquellos sin las mismas. Por su parte, Alemania era una potencia económica en plena expansión, aunque no tuvo ninguna posesión en ultramar en aquel momento. Más por orgullo, decidió cambiar tal situación y comenzar una dinámica imperialista de conquista y despojo en lejanas tierras. 

El apetito colonial alemán quedó claro en la Conferencia de Berlín 1884-1885, que fue el punto de arranque para obtener sus posesiones de ultramar. En buena medida, los germanos consiguieron algo a través del complicado reparto de África y, con el tiempo, llegaron hasta el Océano Pacífico.

Entre 1884 y 1890, Alemania organizaba con exclusividad un sistema empresarial para dirigir sus colonias como negocios privados (Fieldhouse, 1986: 303). En teoría, tal esquema planteaba liberar al sistema burocrático del esfuerzo de extender su sistema a lejanas tierras. Mientras la explotación de recursos y población buscaba llenar los bolsillos de los germanos. En la práctica, los resultados terminaban por decepcionar al no verse las ganancias. 

En 1890, Otto von Bismark abandonó la cancillería alemana, esto permitió comenzar la transformación del sistema colonial de aquel imperio. Lo gubernamental comenzó a buscar su beneficio y a actuar para dinamizar a las posesiones ultramarinas, aunque terminó por gastar más de lo recaudado. Por lo tanto, la dominación de otro pueblos resultó un mal negocio. 

En el campo moral, los alemanes no actuaron mejor que otras sociedades colonialistas frente la población local, realizaron diversos actos de represión en contra de quienes osaron denunciar o rebelarse en contra de la autoridad. Actuaron con firmeza en contra de conatos de sublevación en 1904 en África del Sudoeste y en 1905 en Tangencia. 

En los albores de la Primera Guerra Mundial, Alemania consideró a sus colonias en esencia como una empresa civilizatoria, no alcanzaron la rentabilidad. Sin embargo, la sociedad germana estuvo orgullosa de su capacidad imperialista en ultramar. 

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