El divorcio en la sociedad regiomontana del Porfiriato

En los últimos tiempos virreinales, el divorcio eclesiástico resultó posible a contentillas de los obispados. En el México independiente, el divorcio civil amplió poco a poco su uso, en buena medida por la modernización de los planteamientos liberales, que terminó de configurarse hasta 1870, a unos cuantos años del comienzo del Porfiriato.  

Es de hacerse notar, las zonas rurales negaron usar el divorcio para separar a dos almas consideradas unidas de por vida, mientras que en las urbanas resultó difícil, aunque posible (Calderoni, 2005: 463). En buena medida, algunas mujeres decidieron ejercer tal derecho para alejarse del maltrato de su cónyuge. Por su parte, los varones consideraron un desafío tal situación, llegaron a comportarse violentamente frente la emancipación del otro sexo. 

En buena medida, el divorcio penetró en los diversos extractos sociales a diferentes ritmos. En la cúspide, la élite evitó usarlo, consideró innecesario el escándalo. Por su parte, las nacientes clases medias optaron por el mismo al asumirlo como parte de su convicción liberal. En el fondo de la pirámide social, los desposeídos llegaron a recurrir a él por ser un contexto de alta violencia intrafamiliar, aunque tuvieron la dificultad de mantener los gastos de los procedimientos jurídicos. 

En términos sociales, el divorcio colocó el mundo privado en lo público. De un momento a otro, los asuntos familiares quedaron expuestos, tal situación resultó inimaginable para la mayoría. Así, bajo la mirada ajena, el hombre resultó incapaz de cumplir sus obligaciones y la mujer perdió la honradez. Muchos optaron por callar al haber realizados los procedimientos jurídicos, consideraron mejor el escrutinio público de la separación y evitaron reconocer la intervención de un juez. 

En buena medida, para ninguna de las partes resultó fácil el divorcio, aunque existieron importantes diferencias. Como ya se mencionó, las mujeres acudieron más a solicitarlo en instituciones dominadas por el sexo opuesto y de poco tacto. Por su parte, los hombres alegaron con fuerza ser lastimados en su honor, mientras la sociedad aceptó fácil ese tipo de alegatos. En cuanto la pelea sobre los hijos menores, estos quedaron con la madre por falta de voluntad del padre por criarlos. Sin olvidar, los varones tuvieron la ventaja en cuanto los bienes materiales. 

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