Rebelión de los yaquis (1740)

por Alef Pérez

En las tierras del actual estado de Sonora, los yaquis desarrollaron su sociedad de pequeñas comunidades agrícolas y vieron la llegada de los españoles hasta el siglo XVII. Enfrentaron al ejército realista, aunque decidieron someterse frente los religiosos, en específico, los jesuitas, quienes llegaron para ir introduciendo la cultura y economía occidentales. 

En el siglo XVII, en las tierras de los yaquis, los jesuitas crearon y consolidaron su sistema de misiones, las cuales fueron fortalezas, por el temor a una rebelión indígena o al paso de grupos nómadas no sometidos. Con algunas asperezas, los yaquis recibieron el culto católico, aprendieron a vivir en comunidades de mayor tamaño, copiaron las formas de la agricultura y adoptaron animales domésticos (Katz, 2004: 85). Las nuevas costumbres permitieron sentar las bases en la construcción de un sistema de dominación sobre ellos. 

En 1739, la sequía golpeó con fuerza y los alimentos comenzaron a escasear. Los yaquis buscaron apoyo de las reservas de grano de los jesuitas, quienes no actuaron en favor de la población local, por el contrario, mandaron el producto a la Alta California. En consecuencia, el hambre comenzó a generalizarse en la región junto la violencia, mientras las autoridades pensaron en que era algo momentáneo y pronto regresaría la calma, se equivocaron. 

En febrero de 1740, la rebelión resultó palpable, no tuvo un dirigente capaz de aglutinar a todos los grupos participantes. Es de señalarse, los yaquis fueron el grueso de los alzados, aunque otras etnias participaron como los mayos, fuerteños, guaymeños y pimas (Hu-Hart, 2004: 143). Todos los españoles religiosos y laicos tuvieron que huir frente la beligerancia de los alzados, quienes controlaron sus tierras durante algunos meses. 

En los tiempos de la rebelión, la temida “guerra de castas” y su sed de venganza no llegó a presentarse, la muerte de españoles resultó de algunos acontecimientos aislados. No obstante, la violencia fue palpable. Las propiedades, casas y negocios terminaron en llamas. Las autoridades hablaron hasta de catorce mil alzados o toda la población, los jesuitas consideraron esa cifra como exagerada y plantearon que parte de la población indígena permaneció en paz. 

En agosto de 1740, algunas facciones rebeldes intentaron extender el territorio bajo su dominio y sufrieron un desastre miliar. Por su parte, los españoles encontraron a su héroe en el capitán Agustín de Vildósola, quien emprendió su propia campaña para someter a los alzados. Para octubre, los yaquis decidieron dejar las armas y evitar penurias, los menos continuaron el movimiento por algunos meses. 

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