Los bosquejos de la ciencia en el Renacimiento

por Alef Pérez

El Renacimiento fue en esencia una transformación artística y literaria. Mientras, su parte humanista dislocó la preponderancia de lo teológico. Como punto de partida, la antigüedad grecorromana resultó rescatada y llegó con algunos elementos científicos capaces de comenzar a cimentar el camino para tal forma de pensamiento, que partió de la observación, mientras la experimentación resultó secundaria. 

Para dar un giro significativo en la forma del conocimiento, el Renacimiento enfrentó el dogma del aristotelismo implantado con fuerza en el medievo. Tal teoría planteó una síntesis del universo con la tierra en el centro por ser considerada la de mayor masa y ser ese su lugar natural (Koyré, 1980: 44). Sin tal traba, la astronomía y la física lograron plasmar nuevas hipótesis y llegaron a planteamientos innovadores, en aquel momento, sólo la primera logró dar pasos de carácter científico. 

En cuanto a la astronomía, la recuperación del pasado grecorromano resultó fundamental para dejar atrás el aristotelismo medieval. Desde el Egipto del periodo helenístico, Claudio Ptolomeo resultó la pieza clave para comprender los astros a través de la recuperación de sus escritos. Su pensamiento partió de la observación directa. 

Con la base de los textos de Ptolomeo, Nicolás de Cusa comenzó un trabajo descriptivo para dar sentido a los fenómenos del cielo. En su obra, lo observable en la bóveda celeste tomó sentido a través de un análisis geométrico. Por su parte, Nicolás Copérnico teorizó ideas base sobre la atracción de los cuerpos físicos, al plantear que éstos buscaron regresar a la Tierra, la cual no necesitó colocarse como un supuesto centro del universo para plasmar tal ideal. Sin olvidar, todos los astros fueron concebidos con movimiento propio. Es de señalarse, a pesar de las imprecisiones en la mecánica, la astronomía logró avanzar. 

En cuanto el cuerpo humano, el atrevimiento de conocer sus entrañas resultó una práctica renacentista. Por su parte, Leonardo Da Dinci comenzó sus análisis de anatomía y registró su trabajo de forma meticulosa como un complemento a su trabajo artístico. En las postrimerías del Renacimiento, en 1543, Vesalio publicó De fabrica corporis humani, con lo cual, dejó testimonio de un estudio sistematizado. 

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