Esbozo del modo de producción en el Imperio Bizantino

por Alef Pérez

En el lado occidental, el Imperio Romano alcanzó la plenitud del esclavismo, al someter sociedades relativamente atrasadas incapaces de oponer resistencia estructural, en el lado oriental, las civilizaciones previas mantuvieron presencia a través de ciudades comerciantes costeras y pequeños propietarios en el campo.

En 473 d.C., la Roma de Occidente desapareció, mientras la de Oriente o Bizantino existió durante prácticamente mil años más. En el lado sobreviviente, estructuras del periodo helenístico tomaron fuerza sin alcanzar una restauración de aquel pasado, aunque terminaron por despojar al sistema de cualquier posibilidad de dinamismo (Anderson, 2005: 272), lo que lo dejó anclado en algo parecido al inmovilismo e incapaz de responder a las turbulencias procedentes del exterior.  

En pequeña escala, el esclavismo de la antigüedad quedó funcional en el servicio doméstico de las familias adineradas, llegó a tener presencia en fincas rurales, aunque no tuvo importancia esta última. En buena medida, los pequeños agricultores funcionaron como la fuerza de trabajo básica para alimentar al Imperio. En las ciudades, los gremios artesanales estuvieron limitados por el aparato burocrático. Ninguno de los sectores de la economía logró tener adelantos técnicos significativos.   

La parálisis económica partió de la capacidad de mantener el sistema político bizantino a lo largo del tiempo. El cual logró mantener funcional lo administrativo, fiscal, militar y de control territorial durante casi toda la existencia del Imperio. Es de señalarse, ninguna familia logró consolidar una dinastía hereditaria perdurable, por el contrario, el poder electivo del senado, el ejército y el pueblo de Constantinopla resultaron fundamentales para colocar el manto purpura del emperador a un hombre. 

A continuar con la superestructura, la religión resultó fundamental para la unidad del Imperio Bizantino, la misma fue considerada como ortodoxa y llegó a ser “iconoclasta”, sin representaciones de Santos u otras figuras. En buena medida, la parálisis cultural permitió conservar buena parte de los elementos grecorromanos, que llegaron a ser base del Renacimiento en Occidente. 

Al final de sus tiempos, Bizancio sufrió el despojo de su capacidad productiva. Las ciudades-Estado italianas llevaron sus mercancías y desplomaron la producción urbana. En el medio rural, los avances de los otomanos cortaron la relación con el campo. En buena medida, en 1453 d.C., la caída Constantinopla resultó el fin de un Imperio despojado de sus capacidades materiales.

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