Las ideas republicanas en América Latina durante el siglo XIX

por Alef Pérez

En el momento de los procesos de independencia latinoamericanos, la Revolución Francesa y la Independencia de las 13 Colonias inglesas en América demostraron caminos viables para la construcción de repúblicas. En buena medida, Hispanoamérica necesitó considerar esas opciones como las más realistas, sus sistemas políticos surgieron de sus propias posibilidades, mientras la ruptura con Europa terminó por ser la casi eliminación total de las viejas formas de gobierno. 

A pesar de la fuerza de nuevas alternativas, la tradición latinoamericana o el conservadurismo marcó una fuerte tendencia ideológica a las formas monárquicas. La existencia de sistema de derecho de sangre resultó algo extraña y la mayoría eran imitaciones. De forma efímera, México estuvo encabezado unos cuantos años por un Habsburgo. La gran excepción, el imperio de Brasil logró sobrevivir durante casi todo el siglo XIX, la idea de conformar una república quedó firme en la oposición hasta volverla realidad. 

Al alejarse de un planteamiento de derecho de sangre, las repúblicas tuvieron como base conceptual lo contractual, que tuvo como máximo documento a la Constitución de cada país. Es de señalarse, las primeras cartas magnas fracasaron por la debilidad de los sistemas políticos (Safford,1991: 51). Un punto básico, la división de poderes resultó una constante entre el Legislativo, Ejecutivo y Judicial, aunque los presidentes buscaron ampliar su poder, por ambición y para evitar insubordinaciones. El voto existió, aunque la duda quedó cernida sobre prácticamente cualquier elección. 

En sus formas, el republicanismo hispanoamericano tuvo una división clara entre el federalismo y el centralismo. Por permitir mayor autonomía a las regiones de las naciones, la primera opción resultó ampliamente utilizada en un primer momento. Sin embargo, la constante turbulencia política, social y militar derivaron en la necesidad de un poder fuerte como el planteado en la segunda opción. 

Frente la sociedad, las repúblicas hispanoamericanas comenzaron la construcción de su propio nacionalismo como parte de su consolidación. En ese caso, las mentalidades colectivas resultaron lo importantes para colocar a la forma de gobierno como una nueva tradición. Por ejemplo, los calendarios cívicos comenzaron a tomar forma para marcar el nuevo rumbo ideológico.  

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