La historia en el nacionalismo decimonónico mexicano

En el siglo XIX, la historia resultó parte de la conformación de las nuevas identidades naciones latinoamericanas y europeas. Por su parte, México no estuvo fuera del uso ideológico del pasado. Así, los historiadores crearon narraciones integradoras del pasado para toda la sociedad, tal proceso no resultó armónico, las voces fueron discordantes y terminó como un campo más de batalla de aquellos turbulentos años. El cual llegó a conformar una identidad colectiva.

Es de hacerse notar, en las primeras décadas del siglo XIX, México vivió la mayor conflictividad por la interpretación de su pasado. Al encontrarse en un momento de efervescencia, los historiadores escribieron con pasión sobre el pasado inmediato como parte de un posicionamiento político (Guedea, 1997: 12). Aquellos hombres también fueron formados en las ideas ilustradas, vivieron la independencia y fueron protagonistas de los primeros convulsos años de vida nacional. 

Como base conceptual, Alexander von Humboldt resultó una influencia de peso para los primeros historiadores mexicanos por su Ensayo Político sobre el reino de la Nueva España, que fue un texto ampliamente leído por la élite mexicana en conformación. La idea más relevante, la noción de la riqueza nacional fue vista como algo a destacar y terminó por ser interpretada como la base para convertir al país en una potencia internacional. 

En buena medida, las sociedades prehispánicas resultaron omitidas en la interpretación histórica, es más, casi siempre los descendientes sufrieron la misma suerte. Al considerar lo colonial, los conservadores tuvieron afinidad con aquel pasado (Hale, 2009: 25), siempre encabezados por la interpretación de Lucas Alamán. Por su parte, los liberales titubearon, aunque entre ellos, José María Luis Mora rescató como parte de la identidad mexicana la conspiración de Martín Cortés al ver en él al representante del afán nacionalista de los criollos. 

Al considerar la independencia, las posturas resultaron más variadas. El liberalismo mostró dos formas de ver el proceso, la de Lorenzo de Zavala planteó un movimiento heroico, mientras Mora rescató la necesidad de la ruptura y tuvo repulsión por la violencia de las masas. Del lado conservador, Alamán terminó por ver aquellos años como algo consumado y consideró imposible retroceder. 

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