por Alef Pérez
Los modos de producción son complejos y parten de dos elementos, que forman lo estructural. Primero, la organización del trabajo conforma la base sobre la cual se construye la sociedad, se trata del esfuerzo manual e intelectual por sobrevivir y crear satisfactores en lo individual y lo colectivo. Segundo, las fuerzas técnico-económicas desplegadas en la relación entre el hombre y la naturaliza (Hobsbawm, 2004: 168), no sólo se trata del conocimiento, sino de la posibilidad material de su aplicación.
A la par de la estructura, los modos de producción contienen sus propios elementos superestructurales, que también tienen relevancia para su comprensión. En tal aspecto, las formas políticas resultan un punto importante, que llegan a estar determinadas por las condiciones materiales, aunque existe diversidad de alternativas. Por su parte, la mentalidad colectiva puede estar constreñida en los márgenes de su organización del trabajo, que construye circunstancias materiales específicas.
Al existir pequeños grupos humanos, los modos de producción logran organizarse desde el igualitarismo, sin distinciones significativas entre los integrantes de la comunidad. Por su parte, al crecer en número de los integrantes de la sociedad, la jerarquización surge como forma de organizar, grupos antagónicos aparecen como explotadores y explotados, que terminan por ser las clases sociales. En buena medida, algunos planteamientos intelectuales intentan mantener la complejidad en las relaciones entre los hombres, aunque en circunstancias de mayor igualitarismo.
En sus encrucijadas, los modos de producción perecen, mientras otros surgen. Las transiciones llegan a durar siglos, periodo durante el cual es complicado conocer el resultado. Pueden ser derribados por sus contradicciones internas, por el surgimiento de algo nuevo o por la conquista de una forma procedente del exterior. Sin olvidar, la coexistencia de distintos modos de producción resulta posible.
Al visualizarlos, los modos de producción llegan a tener diversas listas sobre cuáles han sido planteados. En un cierto momento, Marx (2008: 5) llegó a referirse al “asiático, feudal y burgués moderno”, los cuales quedan conceptualizados en despotismo tributario, feudalismo y capitalismo. De forma vaga, puede añadirse el comunismo primitivo al principio y al final el ideal de socialismo y comunismo. Es de señalarse, hasta el momento solo se ha hablado en términos teóricos, a la luz de la historia algunos planteamientos pueden soportar menos la crítica que otros. En buena medida, un materialismo histórico reduccionista llega a defender a ultranza tales planteamientos conceptuales, aunque su herencia intelectual sea la crítica a tales esquemas para comprenderlos mejor o demolerlos.
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