El absolutismo en Inglaterra

por Alef Pérez

En 1485, los Tudor llegaron al poder a Inglaterra con Enrique VII. Adicionalmente, al agotarse las aventuras de conquista en las tierras continentales europeas, la autoridad comenzó un proceso de ensimismamiento en el territorio insular, el cual permitió abrir una nueva dinámica de búsqueda de centralización, la del absolutismo. Para 1527, el siguiente monarca, Enrique VIII emprendió una reforma religiosa y abrió el camino para el anglicanismo como religión de Estado.   

A lo largo del siglo XVI, la nobleza inglesa perdió su capacidad bélica, en buena medida, la falta de un enemigo del exterior permitió tal cambio (Anderson, 2009: 122), que resultó favorable para la monarquía y su insipiente ejército. Frente sus pares en el continentales, los señores terratenientes no lucharon por mantener la espada como uno de sus símbolos de clase social, en cambio, comenzaron a tener dinámicas capitalistas por la comercialización de la lana de las ovejas, esto significó el cambio de amplias extensiones de cultivo por la de pastoreo. 

A la par de la transformación de la nobleza, la capacidad bélica naval comenzó a crecer en Inglaterra. La monarquía apoyó la construcción de embarcaciones para la guerra con capacidad de ser empleadas con eficiencia en el comercio. Las embarcaciones funcionaron como prisiones para hombres reclutados por la fuerza, que fueron tratados con crueldad. Es de señalarse, el costo de construcción de la flota resultó alto, aunque terminó por ser menor que la manutención de un ejército terrestre a largo plazo. 

En la segunda mitad del siglo XVI, el reinado de Isabel marcó el auge del absolutismo inglés. Es de señalarse, la centralización resultó palpable por medio de legislaciones favorables al poder real y el crecimiento de la burocracia. Mientras, la persecución religiosa perdió fuerza y dio campo a una relativa estabilidad con el anglicanismo como la emanada de la autoridad real. 

En 1603, los Estuardo llegaron como casa reinante a Inglaterra, era una familia católica en una nación con mayoría protestante. Al correr de las décadas, el absolutismo mostró su debilidad y enfrentó diversos desafíos, en especial a una burguesía fortalecida. En 1688, la Revolución Gloriosa logró romper el sistema y crear una monarquía-parlamentaria acorde a los intereses del capitalismo. 

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