Modo asiático de producción. Despotismo Oriental

por Alef Pérez

El modo asiático de producción llega a ser nombrado despotismo oriental, aunque esos dos nombres crean un marco geográfico, para eliminar tal limitación conceptual es posible hablar del despotismo tributario. Es de señalarse, su carácter universalista por poco en cualquier temporalidad junto la presencia en casi cualquier punto del globo, lo vuelven un planteamiento teórico capaz de ser una base conceptual en la generalidad, aunque poco funcional para profundizar en las diversas civilizaciones. 

En algún punto, por el 7 mil a.C., algunas comunidades agrícolas en las actuales Irak, Egipto y China sometieron a otras, esto se logró por la concentración poblacional en fértiles valles irrigados por ríos caudalosos. Tal situación creó un escalón de subordinación entre un pueblo dominador y otro subordinado. Con el tiempo, otros escalones llegaron a sumarse en tal forma de organización y más regiones alcanzaron situaciones similares. 

En la base del sistema de dominación, las comunidades subordinadas conservaron sus relaciones comunitarias como en los tiempos de sociedades agrícolas autónomas (Marx, 2003: 69). Las mismas funcionaron a partir de la gran familia, que las mantuvo cohesionadas y articuló una serie de derechos comunes, el más importante: la explotación de las tierras. En buena medida, funcionó como un poder horizontal. 

En la cúspide del modo asiático de producción, las comunidades dominadoras obtuvieron tributo de las subordinadas, éste se pagó de tres formas. Primero, los productos cultivados o elaborados localmente eran enviados a la zona central del imperio. Segundo, el trabajo de las comunidades era enfocado a obras de beneficio para las élites como fueron los elementos hidráulicos para mejorar los cultivos o los templos. Tercero, el dinero resultó funcional para cumplir con los tributos, aunque esto funcionó sólo en sociedades que hubieran desarrollado tal forma de intercambio. 

Al tener los recursos del tributo, las sociedades dominadoras lograron usar su fuerza de trabajo en cuestiones no destinadas directamente a la supervivencia. Entre ellos surgieron administradores, guerreros y sacerdotes principalmente, lo cual les permitió perfeccionar su control sobre los dominados. 

En términos de mentalidades, el despotismo tributario funcionó casi en exclusividad a través de concepciones míticas religiosas, que llegaron a permear en todos los ámbitos. Es más, los dirigentes eran considerados deidades o vinculados a ellas de alguna forma especial, lo cual justificó el ejercer el poder sobre el resto de la sociedad de forma vertical. 

Los imperios organizados en el despotismo tributario desaparecieron según sus propios desarrollos históricos. Es de señalarse, el esclavismo de la Grecia Clásica rompió el sistema por dentro, al menos en una situación histórica reconocible. En la mayoría de los casos, el capitalismo terminó por disolver sus relaciones para imponer las propias. 

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