La minería Hispanoamericana en el siglo XIX

por Alef Pérez

Tras la independencia, las minas hispanoamericanas sufrieron el peso de años de abandono, el deterioro de la maquinaria y la huida de capitales españoles. También, la ruptura social afectó las condiciones al dejar regiones sin trabajadores ni los contactos comerciales para mover las mercancías. En pocas palabras, la industria extractiva sufrió una catástrofe y resultó imposible su recuperación en unos cuantos años. Es de señalarse, las afectaciones resultaron en diferentes grados, en buena medida, la cercanía a los campos de batalla señaló el nivel de dificultades de las diversas regiones mineras. 

En los años veinte del siglo XIX, los españoles desaparecieron junto sus inversiones mineras, su confrontación diplomática con las nuevas repúblicas y la falta de recursos en la Península Ibérica volvieron imposible su retorno. En tal escenario, los capitalistas de otras regiones de Europa Occidental voltearon a ver a las nuevas repúblicas latinoamericanas y al imperio de Brasil como lugares para invertir (Halperín, 1991: 11), aunque al poco tiempo descubrieron las dificultades de rescatar la extracción de metales del subsuelo en todos esos territorios. 

En la práctica, sin competencia seria de otros europeos, los británicos colocaron las inversiones iniciales para comenzar la recuperación de la minería en América Latina. Las dos regiones más importantes de la época virreinal, Perú por su oro y México por su plata tuvieron la mayor inyección de recursos en tal sector. En las primeras décadas, diversas compañías quebraron por la imposibilidad de encontrar rentabilidad. Lo cual significó un golpe de realismo para las dos regiones involucradas y comprendieron las dificultades de volver a levantar un sistema exportador en los circuitos mercantiles internacionales. 

A mediados del siglo XIX, otros inversionistas británicos partieron de los esfuerzos de sus antecesores y lograron volver productivas las minas latinoamericanas como en la época virreinal. En México, los norteamericanos obtuvieron las concesiones de explotación. En general, el oro y la plata volvieron a fluir desde América al resto del mundo.

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