La Mancomunidad de Naciones frente la descolonización

En 1887, los británicos organizaron la primera reunión con representantes de sus colonias, en 1911, el evento tomó el nombre de Conferencias Imperiales, que pasó a ser Mancomunidad Británica de Naciones en 1917. En aquellos años era un club de hombres blancos, por ser de origen europeo las élites de los diversos dominios de Londres, no importó el grueso de la identidad de las poblaciones locales.  

En los años veinte, la Mancomunidad decidió alejarse del colonialismo mientras la burocracia imperial disminuyó su presencia y estuvo dispuesta a abandonar los territorios ultramarinos. La organización internacional comenzó a tener como eje articulador la lealtad a la corona, lo cual permitió reconocer la autonomía de algunos territorios y hasta independencias (Chamberlain, 1994: 100). En 1922, Irlanda utilizó esta vía de separación de las autoridades de Londres, en ese momento desapareció el termino Británica de la Mancomunidad de Naciones (Commonwealth of Nations). En 1931, Canadá utilizó el mismo camino. 

Tras la Segunda Guerra Mundial, Gran Bretaña estuvo imposibilitada para mantener las riendas de su imperio colonial, decidió evitar la confrontación para mantener el control y facilitar las independencias, mientras evitó costosas guerras en lejanas tierras. La Mancomunidad logró mantener cohesionados los territorios al menos de una forma muy laxa, sin la subordinación a Londres. En aquellos años, el club de hombres blancos pasó a ser uno multirracial, tal situación se sintió en Sudáfrica, la cual, en 1961, decidió abandonar la organización por sus posturas claramente racistas del apartheid, que emanaron de su pequeña élite blanca.

Con las oleadas de descolonización, algunos miembros de la Mancomunidad cuestionaron su lealtad a la corana. En 1948, Irlanda consideró incompatible ser una república fiel al rey Jorge VI y decidió abandonar la organización. Para evitar más rupturas por ese camino, el monarca fue considerado sólo como “símbolo” de una libre asociación de naciones completamente soberanas. El giro representativo funcionó, la mayoría de las repúblicas decidieron mantener su estatus de miembros, en su consideración el peso de la corona resultó insignificante en aquel momento.  

Para naciones africanas y asiáticas, la Mancomunidad debió ser un espacio de libre tránsito para sus ciudadanos, por su parte, Gran Bretaña decidió mantener su completa soberanía sobre sus fronteras, mientras las naciones con población mayoritaria de descendientes europeos siguieron la misma política, Canadá y Australia destacaron en tal aspecto. No importo el pasado común, el racismo funcionó como un elemento fundamental en las políticas migratorias. 

Al correr de los años, la Mancomunidad observó el surgimiento de otras organizaciones internacionales. Por el lado de las excolonias del Tercer Mundo, los No Alineados significaron un distanciamiento sin ruptura, algo similar sucedió con la Unión Africana. Mientras la vieja metrópolis, Gran Bretaña decidió integrarse a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y a la Comunidad Económica Europea, que mostró su interés de afianzar sus lazos con su propio continente y los Estados Unidos como zonas centrales del capitalismo. 

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