Las guerras de los Balcanes (1912-1913)

por Alef Pérez

A principios del siglo XX, el imperio turco-otomano mostraba fuertes signos de debilidad con conflictos en diversos frentes, mientras Bulgaria, Serbia, Grecia y Montenegro ambicionaban sus tierras en la Península de los Balcanes. Sin olvidar, el nacionalismo estaba en las élites gobernantes de la región, aunque también resultaba palpable entre la población y alcanzaba ciertos matices de fanatismo. 

En el escenario internacional, las potencias emergentes de Japón y los Estados Unidos estuvieron demasiado lejos para estar interesados en los problemas de una región considerada por ellos como europea y fuera de sus zonas de influencia. Por su parte, los imperios coloniales, como Francia y Gran Bretaña no encontraron una razón para actuar de forma contundente. Colindantes a la zona en conflicto de los Balcanes, Austria-Hungría y Rusia mostraron interés por impulsar el declive de los turcos-otomanos. 

En 1912, Bulgaria, Serbia, Grecia y Montenegro comenzaron hostilidades para conquistar las zonas colindantes del imperio turco-otomano, dieron inicio a la Primera Guerra de los Balcanes. Su alianza militar resultó reconocible como Liga de los Balcanes. Tuvieron éxito al ir conquistando territorios. Al final del conflicto, los musulmanes tan solo controlaron la parte de la ciudad de Estambul en la Península. 

En buena medida, todos los integrantes en la Liga de los Balcanes desearon más de lo alcanzado al desmembrar la parte del imperio turco-otomano en la Península. Serbia buscó una entrada al mar. Gracia y Bulgaria plantearon reivindicaciones sobre territorios de sus aliados por existir mayorías étnicas consideradas como propias en las tierras reclamadas. Al poco tiempo, las vías diplomáticas demostraron estar bloqueadas por falta de consenso y dialogo. 

En 1913, Bulgaria, Serbia, Grecia y Montenegro comenzaron la Segunda Guerra de los Balcanes, en un conflicto de desgaste entre ellos (Mommsen, 1971: 208). En tal escenario, Albania surgió como una nación europea de identidad musulmana y el imperio turco-otomano logró recuperar el territorio circundante a la parte de Estambul en la Península. Serbia y Grecia ganaron territorio, mientras Bulgaria perdió parte de lo alcanzado un año antes. Los cambios en el mapa crearon nacionalismos peligrosos por los resentimientos al quedarse todos los contrincantes cortos respecto a sus ambiciones.  

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