Las rebeliones de la Noria y Tuxtepec

por Alef Pérez

Al ser derrotado el Segundo Imperio, Porfirio Díaz resultó ser uno de los caudillos militares más relevantes de la República Restaurada, llegó a tan importante situación a través de sus acciones de armas. Sin embargo, no buscó un lugar a la sombra de Benito Juárez en la cúspide del poder, por el contrario, decidió recorrer su propio camino al retirarse a su finca de La Noria, en su bastión natural, Oaxaca.    

En 1867, Porfirio Díaz lanzó su candidatura por la presidencia de la república, perdió contra Benito Juárez y decidió aceptar su derrota en las urnas (Katz, 2003: 93). Para 1871, la historia parecía repetirse, aunque con una diferencia fundamental, tras otro fracaso electoral, decidió no quedarse de brazos cruzados y conspiró en contra del régimen. En su finca de La Noria comenzó un levantamiento armado, el del Plan de la Noria. El documento tuvo algunas proclamas sociales, aunque en esencia atacó a la reelección indefinida, como un elemento simbólico de relevancia. Las acciones de armas superaron el ámbito local y llegaron a ser el mayor desafío que enfrentó Juárez durante la República Restaurada. Al final, los rebeldes fueron derrotados y los juaristas mantuvieron el poder. 

A pesar de su victoria electoral y militar, Juárez no pudo terminar su mandato, murió a mediados de 1872 por una angina de pecho. En las elecciones extraordinarias, Sebastián Lerdo de Tejada ganó la presidencia, mientras que Porfirio Díaz estuvo imposibilitado de participar, por sus acciones durante la rebelión de La Noria. 

Mientras Lerdo de Tejada estuvo en la cúspide de su poder, Díaz comenzó a reorganizar sus fuerzas, utilizó al estado de Oaxaca y las regiones del Norte y del Noreste como principales zonas de influencia. En 1876, no esperó la victoria electoral o la consumación de un nuevo fraude, decidió lanzarse a las armas antes con el Plan de Tuxtepec. La rebelión tuvo fuerza y aliados importantes, mientras el gobierno comenzó a aislarse. 

Por su parte, Lerdo de Tejada ganó las elecciones, José María Iglesias, presidente de la Suprema Corte, denunció el fraude y comenzó su propia rebelión. La misma no resultó ser un desafío importante, aunque indirectamente apoyó a Díaz, le quitó legitimidad al gobierno federal y al proceso electoral. Al final, Lerdo de Tejada decidió escapar e Iglesias fue derrotado, dejando la presidencia a Porfirio Díaz, la cual asumió en 1877 de forma interina. 

Contenido:
Ver tema general:

Comentarios