La Comuna de París

por Alef Pérez

En 1870, la Francia imperial de Napoleón III resultó derrotada con facilidad por los prusianos. Quienes evitaron aceptar la humillación militar, optaron por no capitular y formaron la Tercera República. Para continuar la defensa según sus criterios, no encontraron respaldo popular, aunque vieron como algunos grupos estuvieron dispuestos a llegar más lejos para defenderse de los invasores. 

El 18 de marzo de 1871, el pueblo de París observó el desmantelamiento de sus defensas, la Tercera República pensó necesario abandonar la urbe a manos de los prusianos para continuar la resistencia en otros puntos. De forma esporádica, los parisinos impidieron la retirada de los cañones (Palmade, 2003: 208), aunque las tropas francesas marcharon para evitar la confrontación con los invasores.

De un momento a otro, el pueblo parisino mostró su carácter revolucionario, el cual surgió del caos de la guerra. Muchos soñaron con un mundo nuevo fraterno e igualitario (Moscovici, 2013: 72). Los grupos sociales participantes resultaron diversos, estuvieron la pequeña burguesía, obreros y artesanos, sin olvidar, por ser poco reconocidas sus acciones en momentos de radicalismo social es posible mencionar a las prostitutas, que llegaron a participar. Así, al menos por un instante, la insurrección tomó el carácter de movimiento de masas. 

El 28 de marzo, la Comuna de París surgió del clamor revolucionario, significó un momento de fiesta para la misma ciudad y de organización popular en cada barrio. Entre sus participantes, algunos recordaron la insurrección general de la Primavera de los Pueblos de 1848 y en la memoria colectiva creó su propia interpretación de la Revolución Francesa y, en especial, de la República Jacobina con su radicalismo social. Así, la historia tomó forma para darle sentido al movimiento de masas. Sin más, lanzaron una ofensiva contra el gobierno oficial francés, que fracasó, mientras el fervor por la insurrección no se extendió con firmeza a otras localidades. 

Con esfuerzo, la Comuna de París logró mantener los servicios básicos para una población de dos millones de habitantes. Sin embargo, el gobierno legítimo francés consiguió el permiso de los invasores prusianos para castigar la osadía revolucionaria de su propio pueblo. Entre el 21 y 28 de mayo, la «sangrienta semana» terminó con los sueños parisinos de un mundo mejor para los explotados. 

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