La producción en serie. Del taylorismo al fordismo.

por Alef Pérez

Entre el siglo XIX y el XX, los economistas y los empresarios buscaron perfeccionar las formas de explotación y producción. En particular, los Estados Unidos contó con el dinamismo creativo y de desarrollo económico para comenzar las transformaciones en la teoría con el taylorismo y en la práctica con el fordismo. 

Entre los economistas, Frederich W. Taylor planteó la necesidad de racionalizar el tiempo laboral de los obreros y del uso de las herramientas, esto terminó siendo conocido como la organización científica del trabajo. Los postulados fueron expuestos en su texto Principios de la organización científica, publicado en 1911, tales ideas recibieron el nombre de taylorismo, el cual muestra la preocupación de los empresarios, sin dar rutas claras de como mejorar la rentabilidad e incrementar el margen de ganancia.

En el ámbito empresarial, en 1913, Henry Ford acondicionó su fábrica para tener una línea de montaje, con la cual comenzó a ensamblar el Modelo-T. Tal automóvil contó con acabados económicos, para los consumidores resultó un bien codiciado, al cual pudieron acceder las clases medias norteamericanas, mientras la forma de producción permitió satisfacer la demanda. 

Al poco tiempo, la línea de montaje constituyó un adelanto fundamental en la capacidad de producción en una sola fábrica y con un equipo de obreros reducido. El recorrido arrancó con el chasis del automóvil, el cual llegó a donde se colocó las primeras piezas, luego pasó a otro punto para continuar con el proceso (Coriat, 2000: 41), al final estuvo un Modelo-T completamente ensamblado. Tal procedimiento comenzó a ser conocido como fordismo, las anteriores formas de trabajar resultaron anticuadas y fueron consideradas prácticamente obsoletas. 

Casi de forma inmediata, los competidores de Ford comenzaron a intentar replicar su sistema de línea de montaje o producción en serie. Tuvieron problemas por la cuestión de no tener estandarizado todo el circuito sobre el cual se ensamblaron los automóviles, por lo cual sus sistemas tuvieron dificultades para agilizar el proceso de montaje. Con el tiempo, resolvieron los problemas y la forma de trabajar comenzó a adaptarse a diferentes productos industriales. 

En las relaciones sociales, los obreros mejoraron su situación a través del incremento salarial, con lo cual, alcanzaron a adquirir más bienes y servicios. La formación comenzó a tomar un papel más importante por la necesidad de estar especializados en una tarea en específico. En contraposición, la línea de montaje perfeccionó el sistema de explotación del tiempo del trabajador, al incrementar la productividad por jornada laboral y al quitarle libertad en las decisiones.

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