por Alef Pérez
En 1917, la Revolución de Octubre triunfó de forma incruenta, lo cual permitió la organización de un gobierno bolchevique con Moscú y Petrogrado como ejes. En aquel momento, Alemania era el principal enemigo, estuvo dispuesta a destrozar al régimen revolucionario, avanzó cuanto pudo, aunque comprometió el mayor número de tropas en el frente de la Primera Guerra Mundial.
En marzo de 1918, Alemania y la Rusia bolchevique firmaron la paz Brest-Litovsk. De inmediato, la Guerra Civil en los antiguos territorios del zar comenzó. Tal acontecimiento resultó interpretado como un enfrentamiento entre el socialismo y la libertad como parte del capitalismo. Aunque para quienes estuvieron en la contienda, los rojos significaron la posibilidad de mantener unida a la Gran Rusia y los bancos conformaron un mosaico fragmentario capaz de desintegrar la antigua unidad (Hobsbawm, 2004: 72), los cuales pudieron ser definidos como contrarrevolucionarios.
Entre los bolcheviques, León Troski levantó el Ejército Rojo a partir de las Guardias Rojas. El patriotismo de la idea de la Gran Rusia empujó a importantes grupos de la oficialía del antiguo imperio zarista a sumarse al esfuerzo. Es de considerarse, el eje de Moscú-Petrogrado resultó fundamental por ser los dos centros urbanos con una importante capacidad industrial destinada al esfuerzo bélico del régimen revolucionario, sin olvidar, el control sobre los ferrocarriles otorgó un sistema de abastecimiento fundamental, que también permitió el rápido traslado de tropas.
En el bando bolchevique, el Ejército Rojo estuvo respaldado por el Partido, una maquinaria política y propagandística formidable. Sin olvidar, el campesinado mantuvo su lealtad al régimen revolucionario por el reparto de tierras, a final de cuentas, varios blancos del grupo contrario eran viejos terratenientes.
En contraposición, los blancos nunca tuvieron una fuerza cohesionada, los grupos quedaron sumidos en sus dinámicas regionales sin una perspectiva nacional. También en el escenario, 16 países mandaron tropas y recursos para apoyar a los blancos, Estados Unidos, Japón, Gran Bretaña y Francia destacaron en su empeño de destruir al régimen bolchevique. Aunque en buena medida, los soldados invasores estuvieron desmotivados por haber luchado en la Primera Guerra Mundial, que sólo llevó miseria a la mayoría, sin olvidar, lucharon en contra de quienes prometieron crear una sociedad socialista y mejor, mientras desconfiaron de sus propios mandos.
Para la población, la Guerra Civil resultó cruenta al darse tanto terror rojo como terror banco, sin duda, los dos bandos actuaron destructivamente (Béjar, 2011: 83). Al pasar el tiempo, en 1920, los bolcheviques alcanzaron la victoria, estuvieron frente el desafío de consolidar su modelo de socialismo real frente a un mundo adverso.
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