El Euro. Del proyecto a la crisis (1992-2015)

por Alef Pérez

Tras varios planteamientos y regulaciones previas, en 1992, a través del Tratado de Maastricht, la Comisión Económica Europea, mientras paso a ser la Unión Europea, consolidó los planteamientos para la creación del euro, que señalaron el fin de la soberanía monetaria nacional de los países miembros en beneficio de una estructura supranacional (Anderson, 2009: 41). Su finalidad fue consolidar la estabilidad de los precios, aunque al mismo tiempo, a las naciones involucradas quitaron independencia de gestión macroeconómica.

Para ir dando orden al euro, las naciones de la Unión Europea comenzaron a cumplir una serie de requerimientos de paridad, los cuales marcaron limites en la apreciación y devaluación de sus monedas, esto significó crear una estructura rígida en el orden cambiario del Viejo Continente, que resultó ser un blanco fácil para los especuladores. Por ejemplo, en 1992, España sufrió fuertes presiones para reducir el valor de su moneda, la peseta, esto por el intento de llevar al limite la paridad para producir un quiebre especulativo y finalmente un derrumbe del valor (Comín, 2014: 678), el cual no sucedió. Para 1993, la lira italiana enfrentó problemas similares, aunque en este caso el colapso resultó inevitable. 

A pesar de los problemas, en 1999, el euro comenzó a cotizar en los mercados financieros como la moneda de la Unión Europea. Entre los países miembros, sólo Dinamarca, Gran Bretaña y Suecia decidieron no usar la moneda común. En un principio, el euro tuvo un gran éxito, comenzó a ser visto como un símbolo de la unidad continental, mientras diversas naciones en el mundo decidieron comerciar usándola como medio de intercambio, también funcionó como reserva internacional.

En 2008, la crisis económica internacional complicó el panorama del euro y dejo ver sus limitaciones. Entre las naciones de la Unión Europea, Grecia comenzó a tener problemas para mantener el pago de su deuda externa, en tal situación, usar el euro como moneda resultó ser un agravante, al impedir una devaluación a nivel nacional que facilitará la llegada de capitales al hacer más baratas las transacciones locales. Adicionalmente, Portugal, Italia y España estuvieron en riesgo de llegar a una situación similar. Para varios observadores, el problema de la unión monetaria estuvo en la falta de una unión fiscal para los mismos territorios.  

Durante varios años por la crisis de 2008, en una y otra ocasión consideraron necesario expulsar a Grecia de la unión monetaria. Sin embargo, la situación logró solucionarse con préstamos del Banco Central Europeo y por la intervención de Alemania. El costo colosal para el pueblo griego resaltó mayor al tener que ver como se perdieron trabajos mientras era reducido los servicios dados por su Estado benefactor, las consecuencias en Portugal, Italia y España fueron similares, aunque de menor proporción. 

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