El cacerolazo argentino del 2001

por Alef Pérez

El termino cacerolazo resulta común para describir manifestaciones en diversas partes de América Latina. Desde los años ochenta del siglo XX, fue una forma de protesta reconocible, en la cual las clases medias eran las protagonistas al denunciar el retroceso de su nivel de vida. En particular, en 2001, Argentina vivió el más recordado por la amplia movilización de las masas y el quiebre parcial de su sistema político, algo impresionante por presentarse en una de las naciones latinoamericanas más importantes. 

En los años ochenta del siglo XX, Argentina sufrió la desindustrialización y un acelerado proceso de endeudamiento. Diversas crisis llegaron a suceder en aquel periodo, todas significaron devaluaciones y desempleo. En 1991, la convertibilidad uno a uno entre el peso argentino y el dólar comenzó para evitar los desequilibrios macroeconómicos del pasado inmediato, mientras el Fondo Monetario Internacional (FMI) exigió importantes recortes al gasto social. Con el tiempo, tales políticas erosionaron a la economía de la nación sudamericana.

Al comenzar el 2001, para intentar alcanzar el equilibrio presupuestal, el gobierno realizó diversos recortes al gasto público, en especial, disminuyó salarios y pensiones. No quedó ahí, decidió limitar a 250 dólares la extracción semanal de recursos de las cuentas bancarias con la idea de impedir la salida de capitales, a tal política se le conoció como “corralito”. Por su parte, la crisis económica no detuvo su paso y la mayor parte de la población sintió sus efectos. 

Para el 13 de diciembre, la huelga general estalló por parte de los obreros. En simultaneo, las clases medias actuaron a través del cacerolazo, en sus manifestaciones cargaron cacerolas y otros utensilios de cocina para hacer ruido, mientras expresaron las penurias que vivió el pueblo argentino en aquellos días (Telechea, 2006: 142). Los piqueteros, desempleados de los años noventa, volvieron a salir para demandar tener una fuente de ingresos. Como un paso en la radicalización, el 18 de diciembre, los saqueos y protestas con carácter violento comenzaron, en tal contexto, los desposeídos buscaron un rápido revanchismo social. Por su parte, el gobierno decretó el estado de sitio y comenzó la represión.  

A pesar de la convulsa situación, la coalición de manifestantes continuó unida, encontraron consenso en el clamor de ¡que se vayan todos!, el cacerolazo comenzó a ser considerado algo propio de la mayoría de los argentinos. Al quedarse sólo, el precedente, Fernando De la Rúa, renunció y huyó en helicóptero del Palacio Rosado. Las movilizaciones sociales tardaron en apagarse.  

Comentarios