El caos monetario de la Gran Depresión

El patrón oro fijó el valor de las transacciones monetarias en el mismo material áureo, surgió en 1717 al quedar sujeto al valor de la libra esterlina de Gran Bretaña (Kindleberger, 1993: 66). A grandes rasgos, fue base de las transacciones internacionales. Sólo dejó de funcionar temporalmente en dos ocasiones: las guerras napoleónicas y la Primera Guerra Mundial. Tras el último proceso mencionado, pensaron que tendría un largo periodo de estabilidad, no resultó así, la hiperinflación alemana de los años veinte del siglo XX afectó el sistema de cambios internacionales, aunque lo peor llegó poco después con las Gran Depresión como se verá a continuación.

Tras el crac de la Bolsa de Valores de Nueva York de 1929, la economía internacional comenzó a derrumbarse, todos los indicadores fueron negativos o caóticos. En tal escenario, los economistas ortodoxos promovieron mantener firme el patrón oro como señal de estabilidad. Durante algún tiempo, esto evitó la posibilidad de cualquier intervención monetaria para incentivar las transacciones, mientras las reservas en metálico comenzaron en escasear en bancos privados y organismos gubernamentales. En buena medida, las decisiones profundizaron los efectos de la Gran Depresión. 

En particular, Gran Bretaña resultó susceptible a los problemas económicos internacionales por tener una economía abierta. En consecuencia, tras estallar la Gran Depresión, los problemas comenzaron a agravarse con velocidad, mientras los capitales salieron en desbandada. Mientras las reservas monetarias en metálico desaparecieron casi por completo. En medio de la tormenta, en septiembre de 1931, el Banco de Inglaterra abandonó el patrón oro (Marichal, 2010: 118), lo cual significó un golpe devastador a tal sistema monetario internacional, al ser esta institución su principal baluarte mundial durante poco más de dos siglos. 

Tras los británicos, la mayor parte de Europa Occidental decidió abandonar el patrón oro, las colonias no tuvieron problemas para seguir la medida. Por su parte, la mayoría de los países latinoamericanos tomaron la misma decisión. Los analistas económicos de la época pensaron que la economía se hundiría aún más y la medida sólo podía ser temporal. Por su parte, Estados Unidos, Francia y Bélgica decidieron mantener el patrón oro en funcionamiento al interior.  

En retrospectiva, las naciones que abandonaron el patrón oro lograron detonar el crecimiento económico antes, frente aquellas que se aferraron a la inmovilidad. En buena medida, el mundo descubrió la importancia de la flexibilidad monetaria y la capacidad de los bancos centrales para mantener el valor de los billetes sin necesidad de atarlos al del mineral áureo. Para 1936, Estados Unidos abandonó el patrón oro, esto significó la liquidación definitiva de tal sistema a nivel internacional.

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