por Alef Pérez
En octubre de 1973, la Guerra del Yom Kipor significó una humillación para los ejércitos árabes participantes. En medio de la cual, los prácticamente derrotados decidieron vengarse de las potencias occidentales que apoyaron a Israel, a través de la manipulación de los precios de su principal materia prima de exportación: el petróleo.
El 16 de octubre de 1973, a través de su mayoría de naciones en Oriente Medio, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) decidió aumentar el precio del barril de 3 a 5 dólares y dejar de vender a quienes apoyaron a Israel. Esta última medida no resultó eficaz y se abandonó al poco tiempo. Sin embargo, descubrieron su capacidad y potencial para manipular los precios internacionales de los combustibles fósiles, por ser la principal fuente de estos a nivel internacional.
En buena medida, tras varias décadas de crecimiento económico, la elevación del precio del petróleo fue un factor en el fin del auge económico internacional. En particular, Europa Occidental tuvo una fuerte afectación, al no tener una forma de sustituir las importaciones de energéticos procedentes de la OPEP, por su parte, los Estados Unidos no lograron reaccionar a un cambio tan brusco en los mercados internacionales, a pesar de tener reservas de hidrocarburos.
Al correr de los meses, para diciembre, los precios del barril de petróleo llegaron a los 12 dólares, lo cual significó cuadriplicar el valor del energético en sólo tres meses (Tusell, 2001: 315). Los miembros de la OPEP comenzaron a recibir cuantiosos recursos para sus arcas públicas, sin olvidar, que comprendieron su peso en la política internacional por la importancia del control sobre la principal fuente de energía del planeta.
En materia macroeconómica, los cambios provocados por los precios del petróleo resultaron problemáticos y se sumaron a otros elementos de desgaste, con fuertes convulsiones en Europa Occidental y Japón. En buena medida, después de décadas de mantenerla bajo control, la inflación comenzó a ser un problema crónico, esto por la importancia de los energéticos en prácticamente cualquier industria. Por su parte, las crisis económicas resultaron de mayor profundidad y con mayores efectos para la sociedad. Aunque no fuera el único factor, el fin de las energías baratas contribuyó a una reorganización general de las políticas económicas, que terminaron arrastrando al mundo al neoliberalismo.
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