Los Tigres Asiáticos

por Alef Pérez

En los años setenta del siglo XX, los llamados Tigres Asiáticos comenzaron a despuntar por su rápido crecimiento económico. En los años ochenta, lograron sortear las crisis internacionales y demostraron su fortaleza. Fueron cuatro las naciones que alcanzaron tal denominación. Taiwán y Corea del Sur llegaron a estar bajo el colonialismo japonés hasta del fin de la Segunda Guerra Mundial, Hong Kong funcionó como ciudad-Estado, que estuvo bajo la tutela de Gran Bretaña, por su parte, Singapur llegó a ser dominada en diferentes momentos por las dos potencias mencionadas. 

A partir de los ochenta, la globalización y el neoliberalismo apoyaron el rápido crecimiento de los Tigres Asiáticos. Esto por eliminación de regulaciones para el capital financiero y la posibilidad de mover la producción industrial a lugares donde la misma resultó más barata. No sólo se trató de cambios internacionales, estas naciones lograron consolidar sus propias burguesías. Por su parte, el sector obrero era disciplinado y productivo, destacaron algunos especializados en la nanotecnológica, que comenzó a producir masivamente en aquel momento. 

A nivel político, la democracia resultó cuestionable en estos regímenes o inexistente. En contra posición, en lo social, los niveles de vida estuvieron en asenso durante la mayor parte del último cuarto del siglo XX (Landes, 2003: 433). Como reflejo de los cambios, las ciudades comenzaron a llenarse de fabricas y tras ellas llegaron los rascacielos con sus centros logísticos de los corporativos, servicios como hoteles y centros comerciales estuvieron llenos de lujos. 

En los años noventa, la burbuja financiera comenzó a crecer a través de mercados con bajas regularizaciones, que permitieron gastar en exceso a las empresas y gobiernos de mayor crecimiento en el Lejano Oriente. En 1997, la crisis estalló en Tailandia y afectó de forma particular a los Tigres Asiáticos. Tardaron tiempo, pero lograron recuperar el crecimiento económico, aunque encontraron un nuevo escenario con China, un gigante territorial, como un nuevo eje articulador del capitalismo internacional con el cual hacer negocios, aunque la posibilidad de quedar subordinados a él resultó constante.

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