Deuda externa de América Latina (1920-1940)

Por los cambios del poderío geopolítico tras la Primera Guerra Mundial, Nueva York comenzó a tomar el lugar de Londres como centro financiero de mayor relevancia. En particular, las firmas J. P. Morgan y Nacional City aprovecharon la emergente situación de privilegio a escala internacional para colocar sus inmensos recursos. Por su parte, los gobiernos latinoamericanos recibieron préstamos sin importar su capacidad de pago o a donde se destinarían, desde la liberal Argentina o hasta el autoritario Perú vieron llegar el caudal de dólares. 
En América Latina, la especulación por los préstamos alcanzó su punto máximo entre 1925 y 1928. Las emisiones de bonos de deuda parecieron no tener fin, a tal fenómeno en Cuba y Colombia lo llegaron a llamar “danza de los millones” (Marichal, 1988: 202), aunque el mayor deudor de la época fue Brasil. Por su parte, los bancos neoyorquinos entregaron inmensas cantidades esperando aún mayores ganancias a corto plazo. 
En la segunda mitad de 1928, el flujo de recursos externos a América Latina disminuyó, algunos banqueros comenzaron a percibir debilidades en la economía de la región por la baja en los precios de las materias primas. El crac del 29 terminó por paralizar las transacciones procedentes de los bancos norteamericanos. Es de agregarse, las exportaciones de materias primas cayeron de forma acelerada. Al poco tiempo, las economías de la región comenzaron a colapsar.  
En medio de turbulencias políticas, los regímenes latinoamericanos dejaron de percibir cuantiosos recursos por la disminución de sus exportaciones, que afectó su recaudación. Como consecuencia, en 1931, Bolivia fue la primera nación en caer en moratoria, al poco tiempo, la mayoría llegó a tal situación. En particular, por el control de los banqueros norteamericanos sobre los sistemas aduanales, Haití, Honduras y Nicaragua nunca dejaron de pagar. 
Por la moratoria generalizada, los regímenes latinoamericanos encontraron un factor de fuerza para negociar frente la desesperación de los acreedores, en especial, Brasil logró aprovechar a su favor la situación. Por su parte, Argentina continuó pagando su deuda externa y logró obtener un préstamo desde los Estados Unidos en 1932, momento de parálisis de la mayoría de las transacciones internacionales, a la larga, la lealtad a sus acreedores disminuyó la capacidad de maniobrar y aumentó su dependencia a los recursos del exterior.

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