La planificación industrial pierde parte de su rigidez en la URSS (1960-1970)

En la Unión Soviética, los Planes Quinquenales fueron la guía de las acciones para la organización económica en todo el territorio, siempre tuvieron un lugar especial para la industrialización, al considerarla el camino a la modernización, aunque el exceso de centralización resultó poco práctico  para la segunda mitad del siglo XX. 

En el periodo de Nikita Kruschev, la Unión Soviética dejó el modelo estalinista de hacer política, sin embargo no fue tocado el económico, los cambios llegaron ahí con el mandato de Leonid Brézhnev, que comenzó en 1964. Durante la transición entre los dirigentes, los Planes Quinquenales quedaron en la encrucijada de una cierta apertura, frente lo cual, los principales hombres fueron renovados, los cuales en un principio llegaron a escuchar voces de los directamente involucrados con la producción para comenzar a realizar ajustes y abandonaron algunos dogmas, la industria fue la más beneficiada y recibió impulso durante los primeros años de la transición.

En concreto, el economista soviético, Liberman, señaló los fuertes problemas de la excesiva centralización de la industria (Robel, 1986: 424), por la imposibilidad de responder a las necesidades de la población al servir a una burocracia entronizada, propuso buscar datos en los mismos centros de producción. Frente tales planteamientos, los dogmáticos dentro del régimen comenzaron su ataque, plantearon como indispensable las necesidades de la población y no someterse al mercado. Por su parte, la cúpula comprendió la necesidad de escuchar las ideas de una transformación para mantener funcional el modelo de producción del socialismo soviético. Así, los gerentes de las empresas comenzaron a participar en la construcción de las políticas económicas, por su parte, los ciudadanos y sus demandas de consumo fueron, al menos en parte, considerados. 

Es de destacarse, el complejo militar-industrial continuó trabajando sin cambios, en buena medida, la disciplina entre sus miembros y su capacidad adaptativa posibilitó mantener el sistema centralizado. En particular, el ejército soviético era su gran cliente, el cual mantuvo en movimiento las líneas de ensamblaje. De menor importancia, las naciones del bloque socialista demandaron armas para su defensa, aunque ésta estuvo en la mayoría de los casos garantizada por ser aliados incondicionales a la Unión Soviética. En el Tercer Mundo, guerrillas y gobiernos antiimperialistas obtuvieron importantes cargamentos. 

En el inmenso territorio soviético, los Planes Quinquenales intentaron distribuir el sistema industrial de forma eficiente con un relativo éxito. En particular, las repúblicas de la Unión tuvieron diversos desarrollos, la parte occidental de Rusia, Letonia y Estonia contaron con un pujante desarrollo industrial (Lewin, 2006: 261), mientras en Asia Central tanto Armenia como Kazajistán mostraron resistencia estructural a los intentos de industrialización por sus tradiciones campesinas. 

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