El genocidio contra los armenios (1915-1923)

La Primera Guerra Mundial abrió la puerta a las catástrofes humanitarias del siglo XX, las masacres y los refugiados no fueron la excepción, estuvieron presentes en los territorios en conflicto. En aquel momento, la diversidad étnica y lingüística entre las naciones era más amplia que la actual, en especial en los imperios denominados multiétnicos, lo cual resultó ser un constante foco rojo frente los crecientes nacionalismos, en tal contexto, el imperio otomano reactivó y radicalizó la limpieza de los grupos minoritarios en su territorio. 

Al comenzar la Primera Guerra Mundial, el imperio otomano era un territorio pequeño frente el de siglos pasados, aunque contó con importantes extensiones en Medio Oriente hasta el actual Irak y formó parte de Europa con su presencia en los Balcanes. En su núcleo central, la actual Turquía consideró una necesidad radicalizar la limpieza étnica, los armenios fueron la principales victimas en tal proceso, en parte, resultó ser una decisión religiosa, al no profesar estos últimos el islam, por el contrario eran cristianos bajo sus propias variantes. 

Al comenzar las hostilidades, los armenios quedaron entre el imperio zarista y el imperio otomano, mientras el segundo los culpó de los problemas de los combates. Como consecuencia, la Guerra Santa comenzó en contra de los infieles, esto no sólo fue una acción del ejército, el pueblo común de los turcos-otomanos también llegó a realizar purgas importantes en zonas rurales y urbanas. 

Como punto de arranque del genocidio, en febrero de 1915, los saldados armenios en el ejército otomano fueron ejecutados. Tras lo cual, la ciudad étnicamente dominada por el grupo minoritario atacado de Van decidió negar el envío de más reclutas, esto fue considerado como rebeldía dentro del imperio por parte de cristianos. Al menos de forma temporal, los defensores lograron sobrevivir y contar con una victoria por el auxilio del ejército ruso. Tras lo cual, la purga continuó durante toda la Guerra a través de asesinatos, campos de concentración y desplazamientos forzosos, algunos encontraron refugio rumbo al poniente, que terminó como la República de Armenia de la Unión Soviética. 

En 1918, al concluir la Primera Guerra Mundial, los armenios no alcanzaron la paz a pesar de la derrota del imperio otomano, la persecución en su contra continuó, llegaron a acumular millón y medio de victimas, mientras los desplazados llegaron a ser 320 mil (Hobsbawm, 2004: 58). Para 1923, la República de Turquía surgió marcada por crímenes en contra de inocentes. 

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