En Indonesia durante 1955, la Conferencia de Bandung creó un escenario de dialogo entre naciones del Tercer Mundo con fuertes posiciones antiimperialistas. Entre los asistentes, Egipto, India, Indonesia, Pakistán, Birmania y Sri Lanka mantuvieron una organización capitalista, sólo Yugoslavia perteneció a las naciones del socialismo real, aunque era independiente a los designios de la Unión Soviética.
Es de hacerse notar, la Conferencia de Bandung buscó crear un grupo de contra peso a los creados por las dos superpotencias con sus aliados y subordinados, esto terminó dando el nombre a la nueva organización: No Alineados. En particular, consideraron a los Estados Unidos como el remplazo de las antiguas potencias coloniales, trataron con más respeto a la Unión Soviética por ser una fuerza emergente en el mundo capaz de contraponerse a los intereses tradicionales. Sin olvidar, temieron convertirse en escenarios calientes de confrontación de la Guerra Fría como fueron la Península de Corea y Vietnam.
Tras le Revolución Cubana, los No Alineados comenzaron a recibir miembros latinoamericanos (Hobsbawm, 2004: 259). Es de mencionarse, mantuvo en crecimiento el número de afiliados, en esencia, pocas naciones del Tercer Mundo quisieron quedar fuera. En buena medida, la organización resultó ser para algunos regímenes una forma de demostración a sus pueblos de independencia frente los poderes que los oprimieron en el pasado y capacidad para evitar caer en las garras de nuevos sistemas de dominación.
A pesar de los problemas internos, los No Alineados expresaron constante descontento por las desigualdades en el desarrollo entre las principales naciones capitalistas y ellos. En consecuencia, buscaron organizarse para influir en los precios de sus productos de exportación, que eran en esencia materias primas. En la mayoría de los casos no tuvieron éxito. Aunque en los mercados petroleros, algunos de sus miembros con reservas petroleras lograron influir con la creación de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP).
Con el tiempo, los No Alineados terminaron con problemas entre ellos por el éxito en conseguir nuevos miembros, al resultar imposible sostener algún elemento doctrinario solido frente la pluralidad de postulados representados en la variedad de regímenes. Sin olvidar, que varios miembros estuvieron confrontados entre ellos en forma diplomática o hasta militar. En otro factor, algunos lideres nacionales quisieron usar a la organización para ampliar la resonancia de su mensaje, un caso fue el de Fidel Castro, aunque esto terminó causando recelos con otros dirigentes de importancia más moderados.
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