El asalto al poder de la Revolución Cubana

A finales de 1956, el yate Granma llegó a Cuba con los hombres del Movimiento 26 de Julio, que eran encabezados por Fidel Castro. Tras el desembarco sufrieron derrotas y fueron perseguidos, algunos lograron internarse a la Sierra Maestra. Durante un buen tiempo, no tuvieron éxitos militares de importancia, aunque tampoco el régimen fue capaz de expulsarlos del territorio. En tan complicada situación, los guerrilleros tuvieron presente su objetivo: derrocar a Fulgencio Batista, quien era visto como un dictador incapaz de dirigir el destino de la Isla.

Durante su época en la Sierra, el Movimiento 26 de Julio no mostraba una ideología socialista, lo cual, disminuyó la posible hostilidad de Washington. Aunque el panorama fue cambiando, el Partido Comunista Cubano y, en especifico, algunos de sus miembros comenzaban acercamientos con Castro, cuando la balanza estaba inclinándose a su favor (Hobsbawm, 2004: 438). De forma más contundente, el Partido Socialista Popular comenzó a apoyar a los guerrilleros e incorporarse a su organización. Es de señalarse, la ideología de tales organizaciones políticas tardó en madurar entre los insurrectos y fue dominante hasta tiempo después de la victoria. 

En 1958, los guerrilleros encontraron una coyuntura favorable, el gobierno de Estados Unidos dejó de apoyar al régimen de Batista. Esto resultó claro con un embargo de armas, que evitó abastecer al ejército cubano de suministros bélicos. En su imaginario, los norteamericanos buscaron colocar a un civil en la presidencia capaz de aglutinar a las élites cubanas y evitar el asenso al poder de los guerrilleros, en realidad, calcularon mal la situación.  

A mediados de 1958, en el interior de Cuba, el enfrentamiento comenzó a intensificarse. Una significativa ofensiva del ejército terminó en su definitivo desmoronamiento, en el cual, sus efectivos comenzaron a desertar o retrocedieron hasta La Habana para buscar refugio (Pérez, 1998: 182). En respuesta, el Movimiento 26 de Julio emprendió la marcha para deponer definitivamente a Batista del poder. En particular, la columna del Che Guevara resultó la más dinámica entre los rebeldes. En enero de 1959, la Revolución triunfó. 

A grandes rasgos, la victoria de la Revolución resultó ser un momento de euforia para el pueblo cubano, en su gran mayoría, sintieron que habían llegado a un momento de liberación y de esperanza en un mejor futuro. En el exterior, el prestigio de Castro y sus hombres resultó una fuerza impresionante que lograron aprovechar los movimientos de izquierda a su favor. En particular, inspiró las guerrillas latinoamericanas posteriores.


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