La conexión global del comercio marítimo en siglo XVI

A finales del siglo XV, los europeos conocieron y dominaron nuevas rutas marítimas. En particular, para 1488, los portugueses lograron encontrar el punto más al sur de África y así entrar al Océano Indico. Para 1492, los españoles llegaron a las Antillas, la puerta a las Américas. Tras las primeras exploraciones, la navegación comercial comenzó a desarrollarse.

En el Océano Indico de comienzos del siglo XVI, los portugueses controlaban el comercio marítimo convirtiéndose en una pieza fundamental en el engranaje económico de la región. Para Europa, Lisboa comenzó a ser el puerto de suministro de la pimienta y las demás especias. Unas décadas después, los españoles encontraron minas de oro en el virreinato del Perú y de plata en el de la Nueva España, tales recursos resultaron fundamentales para las arcas de aquel imperio y llegó a través de Sevilla, aunque aún más importante, en todo el Viejo Continente, los comerciantes tuvieron suficiente circulante metálico para realizar sus transacciones sin dificultad.  

Por ser parte del imperio español, en la región de los Países Bajos, Amberes logró múltiples privilegios al conectar con el comercio ultramarino, mientras interactuó con Europa usando los otros puertos de los mares Adriático, del Norte y Báltico. Hasta por un tiempo, los portugueses utilizaron la localidad para dispersar sus especias (Tenenti, 2011: 139). En particular, llegó a tener sus propias manifacturas para exportar. Aunque en la segunda mitad del siglo XVI, sufrió los efectos de guerras y revueltas, mientras comenzó a perder preponderancia. Por su parte y frente un nuevo escenario, Ámsterdam en Holanda y Londres en Inglaterra crecieron en términos de tráfico de mercancías, lo que mantuvo el impulso mercantil de la región. 

No sólo la zona del Atlántico europeo vio crecer el comercio, el Mediterráneo vivió su propio auge, donde Venecia destacó. Sin embargo, en las últimas décadas del siglo XVI, los ingleses y holandeses comenzaron a penetrar en la región, lo cual eliminó la mayoría de las flotas mercantes originales de la zona, aunque el trafico de mercancías continuó en crecimiento.

En el mismo Mediterráneo pero en su parte Oriental, los ingleses y detrás de ellos los holandeses comenzaron a tener representantes comerciales frente el imperio turco-otomano y el ruso, con el primero a través de Estambul, mientras que con el segundo usando el Mar Negro. Así, sin ser parte de Europa Occidental o encontrarse dominada de alguna forma por ésta, dos unidades políticas independientes del mundo se incorporaron a su sistema comercial.   

 

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