En el siglo XIX europeo, la burguesía consideró como base de su propia ideología al sistema de pensamiento del liberalismo político, que surgió como una derivación de los elementos no cubiertos por el liberalismo económico. Así, buscó proteger sus intereses desde el ámbito gubernamental. En rasgos generales, planteó la creación de regímenes con mínima capacidad de intervención en su acumulación de capital y para salvaguardar los intereses individuales.
Al menos en Francia con fuerte tradición revolucionaria, la burguesía tuvo que deshacerse de sus características anticlericales y antimonárquicas. Es más, el liberalismo político comenzó a temerle a las ideologías que buscaban transformaciones radicales (Hobsbawm, 2003: 244). La intención era crear escenarios menos ríspidos con otros actores del poder, esto permitió la consolidación del liberalismo político como conciliador del orden.
Es de señalarse, los autores del liberalismo político tuvieron variadas expresiones, entre ellos, Benjamin Constant (1767-1830) resultó tener ideas bastante aproximadas a las de la burguesía como clase social. Estuvo en contra del antiguo régimen despótico, aunque también descartó la democratización total, que permitiera la participación de las masas en la vida política. En tal contexto, planteó la democratización como algo parcial para incorporar sólo a los propietarios varones, que bajo su perspectiva, tuvieron la responsabilidad de velar por el orden y siempre garantizar las libertades individuales (Droz, 1981: 49).
Por su parte, Pierre-Paul Royer-Collard (1763-1845) planteó como un elemento fundamental la figura del rey dentro de su planteamiento de liberalismo político. Pensó en el caso de Inglaterra, donde la monarquía-parlamentaria garantizó los derechos individuales y la libertad. En términos de representación, consideró a los ciudadanos como quienes ejercerían el derecho al voto, aunque para él la ciudadanía sólo la podían obtener los varones más capacitados y los propietarios, los cuales tenían un deber frente el resto de la población.
Como parte de su identidad, el liberalismo político tuvo expresiones en el ámbito de la historia, en donde destacó François Guizot (1787-1874). Para él, la historia de Francia era la progresiva marcha de la burguesía al poder. Consideró que las clases medias como el elemento necesario para poder hacer funcionar el gobierno, al estar interesada en mantener el orden.
Es de señalarse, entre los liberales políticos, Alexis de Tocqueville (1805-1859) no tuvo miedo a la democracia general hasta para quienes presentan condiciones económicas no favorables, que llegó a considerar como parte de la genuina libertad. En buena medida, alcanzó tal perspectiva por su experiencia de conocer los Estados Unidos, la cual quedó anotado en La democracia en América, aunque es de señalarse, los negros y las mujeres no contaban con el derecho al voto en aquel momento.
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