El Mercantilismo

En el medievo, tanto feudos como ciudades-Estado contaron con barreras proteccionistas para su actividad económica. En una mayor escala y siguiendo el ejemplo del pasado inmediato, en la Edad Moderna, los reinos absolutistas crearon políticas que se consideraron mercantilistas (Tenenti, 2011: 201).

No sólo fue una continuación de los modelos medievales, el mercantilismo también resultó ser una profunda ruptura con el pasado. Para poder proteger y unificar los inmensos territorios de los reinos absolutistas, rompió las barreras proteccionistas a su interior, que eran de los feudos y de las ciudades-Estado, los cuales quedaron subordinados a las legislaciones generales. Esto resultó fundamental para consolidar sistemas comerciales capaces de alcanzar los diversos rincones de los reinos sin contratiempos causados por políticas locales.

Al considerar los equilibrios o, mejor dicho, desequilibrios dentro de su territorio, los reinos dieron preferencia a algunas ciudades para la producción de manufacturas, lo cual resultó especialmente notable en los casos de los imperios ultramarinos que contralaron con rigor los productos de importación y exportación en sus colonias. Cuidaron la existencia del circulante metálico, el oro, como un bien fundamental para mantener los intercambios y como medio para acumular la riqueza en las arcas del reino.

Mientras los regionalismos perdieron fuerza, el mercantilismo basó su funcionamiento en un cierto nacionalismo económico (Wallerstein, 2007: 50). Así, la burocracia trabajó para los reyes y, en un aspecto más amplio, para la prosperidad de los reinos como unidades.

En el mercantilismo, los sistemas políticos controlaron las diversas ramas de la economía, tal relación resultó útil para el poder del primer elemento y la prosperidad del segundo. Por ejemplo, en Francia, la burocracia absolutista creó sus propias manufacturas y controló algunos gremios de artesanos, mientras que en Inglaterra existieron compañías con amplios privilegios.

En buena medida, el mercantilismo fue pensado para volver eficiente el manejo de la economía en tiempos de guerra, al considerar lo prolongado que llegaron a ser los conflictos y sus secuelas. Buscó dominar y conquistar con el objetivo de hacerse de la riqueza de otros y de sus medios de producción. Sin embargo, llegó a funcionar en plenitud en los momentos de paz, lo que generó un constante clima de hostilidad.


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