En un nivel local, los cacicazgos mesoamericanos
sobrevivieron a la conquista y se convirtieron en unidades básicas de
dominación del orden novohispano. En el se conservó la comunidad indígena, en
un sistema donde también intervinieron los encomenderos españoles y las ordenes
religiosas.
Las formas de la organización de los cacicazgos
mesoamericanos y sus comunidades resultaban variadas, con tradiciones de
control relacionadas con su propia experiencia histórica. Los españoles no
comprendieron el mosaico de formas de gobierno, por lo cual, decidieron
homologarlas y simplificar su funcionamiento según el cabildo castellano. Para
el gobierno, los alcaldes y regidores surgieron de los restos de la nobleza
indígena, mientras los caciques emplearon el de gobernador (García, 2004: 70). En
cierta medida, funcionó con un sistema restringido de elecciones, que permitió
la rotación dando cabida a diferentes grupos de intereses, que eran las
familias de la nobleza indígena. Para cada pueblo, crearon una “caja de la
comunidad”, la cual fue cobrando sentido al ritmo en que se incorporaba como
medio de cambio las monedas.
Los pueblos indígenas se incorporaron a la economía del
imperio español a través del pago de tributo, una contribución colectiva de
toda la comunidad. En una primera instancia fue entregado a los encomenderos,
sin embargo, éstos fueron dejando espacio a la corona como beneficiaría de los
recursos (Semo, 1982: 219). En un principio, los pueblos daban en tributo una
gran diversidad de productos, esto se fue reduciendo a uno o dos para buscar la
especialización y perfeccionamiento de técnicas. Pagarlo en trabajo declinó con
prontitud, mientras que en especies o bienes logró mantenerse.
En 1542, la corona emitió Las Leyes Nuevas, que crearon
limites estrictos a la explotación de los indígenas y a sus comunidades por
parte de los encomenderos y de la sociedad española novohispana en general. Las
ordenes religiosas buscaban lo mismo, preservar la comunidad.
Tras Las Leyes Nuevas comenzó la congregación o reducción
de los pueblos indígenas. Los nuevos asentamientos reunieron a dos o más
comunidades indígenas mesoamericanas en un solo lugar, esto fue por el colapso
demográfico causado por las enfermedades europeas. Además, la traza de la
comunidad resultó cuadriculada y en un territorio plano, según la usanza de los
españoles. Para protegerlos de los vicios del exterior, los indígenas tuvieron
prohibido abandonar sus tierras, sólo lo podían hacer con un permiso especial. Es
de señalarse, en un mismo barrio se asentó una gran familia, con sus vínculos
ancestrales, lo cual sirvió como eje articulador de toda la comunidad.
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