Martín Lutero (1583-1546) obtuvo su formación bajo el
cobijo de la orden agustina. Mostró inquietud por comprender los designios de
Dios y actuó con rigor en la flagelación y oración para lograr su objetivo. Tuvo
una catedra en teología en la Universidad de Wittenberg, desde donde comenzó a
difundir sus ideas.
En el ámbito práctico, Lutero actuó en contra de la
jerarquía católica, la cual se encontraba llena de vicios. Resultaba común el
arribo a importantes cargos en obispados, personas de dudosa moral, con vidas
llenas de vicios y excesos, sin embargo, era imposible contraer matrimonio y
llegar a tales cargos, se trataba del dogma del celibato, el cual consideró
antinatural. En particular, planteó como error la venta de indulgencias para
liberar a las personas de sus pecados, bajo su perspectiva, lograr esto sólo
resultaba posible a través de la fe sincera.
En 1517, la imprenta propagó las 95 Tesis de
Lutero. En 1522, imprimió también su versión de la Biblia, con la
característica de que fue escrita en alemán y no en latín, con la idea de
llevar las sagradas escrituras al pueblo común. Para ese momento, las bases del
luteranismo estaban listas. Las impresiones comenzaron de forma clandestina,
aunque al ir cambiando el escenario en los territorios de los principados
germánicos, fueron realizadas con la complacencia de la sociedad y sus
autoridades.
El luteranismo encontró rápidamente adeptos y comenzó a
ser importante en diversas ciudades de lo que hoy es Alemania. El propio obispo
de Köningsberg decidió imponer la forma de culto planteada por Lutero como la
oficial en su obispado (Tenenti, 2011: 80). En aquel momento, no se trataba de
una ruptura con la Iglesia católica, por el contrario, buscaban reformar y
eliminar sus vicios.
En el territorio de la actual alemana y sus
ciudades-Estado de comienzos de la Edad Moderna, la naciente burguesía y la
nobleza actuaron de forma conjunta al fomentar el luteranismo. Tras analizar la
situación, consideraron adecuada la ruptura definitiva, así ganaban
independencia y no necesitaron más el beneplácito de lejanas tierras para poder
actuar según su conveniencia. Del otro lado, la única arma del papado frente
tal desafío fue excomulgar a quien profesara aquel culto.
A nivel de los templos y del contacto directo con la
gente, en un principio, el luteranismo no provocó una ruptura total, faltaron
normas claras para separarlo de los católicos romanos. Para mediados del siglo
XVI, en los territorios de la actual Alemania, algunas iglesias de pequeñas
comunidades integraban fieles de los diferentes cultos. Sin embargo, las
guerras por la religión estaban dificultando la posibilidad de la
convivencia.
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