El Concilio de Trento


Tras la Reforma Protestante, el catolicismo comenzó a replantearse, algunos grupos mostraban preocupación por los caminos de una transformación o fortalecimiento de su posición, es posible destacar a los jesuitas entre ellos. Buscaban evitar la ampliación de los nuevos cultos como el luteranismo, anglicanismo y calvinismo, los cuales prosperaron en tierras antes bajo el dominio del culto de la jerarquía eclesiástica romana. Posiblemente soñaban con lograr hacerlos retroceder o hasta desaparecerlos. 
En 1545, el papado convocó a un Concilio en Trento, en el norte de la actual Italia. Al mismo acudieron los obispos del catolicismo. Sin embargo, una plaga evitó continuar los trabajos en la localidad y la alta jerarquía no estuvo dispuesta a aceptar un nuevo lugar para continuar, por lo cual, las sesiones se detuvieron.   
Las posibilidades de proseguir con el Concilio de Trento resultaron inviables por un tiempo. La guerra entre las potencias europeas fue un problema, aunque la muerte del papa Paulo IV en 1559 causó un momento de incertidumbre, tras el cual para diciembre del mismo año, Pío IV comenzaba su pontificado. Es de mencionarse, existieron dudas sobre la capacidad del nuevo encargado, sin embargo, comprendió la complicada situación de la Iglesia católica y continuó con la reorganización del Concilio (Elliott, 2002: 42), lo consideró una prioridad.  
En la reorganización del Concilio de Trento no sólo contaba el papa, también estaban involucrados los reinos católicas. En España, el rey, Felipe II, buscaba evitar cualquier intento de transformar, estaba preocupado por la complicada situación religiosa de los Países Bajos. Por su parte, Francia buscaba un instrumento político capaz de calmar la situación en su territorio, donde católicos y calvinistas mostraban estar en una situación de confrontación.   
En un cambio coyuntural, existió la posibilidad de un Concilio entre católicos y calvinistas, los cuales buscaban consolidar una Iglesia para el reino de Francia. Como observador, Felipe II consideró tal situación como una amenaza, por lo cual optó por apoyar la visión de Pío IV de realizar un Concilio exclusivo de la Iglesia católico romana, lo cual facilitaba la asistencia de los obispos de su reino a la futura reunión.
En 1562, el Concilio de Trento recomenzó sus trabajos. Primero, consideró como principal fuente de la fe las Sagradas Escrituras. Segundo, planteó una justificación de la fe, donde resultó fundamental algún miembro de la alta o baja jerarquía católica para guiar a los feligreses. Tercero, la Iglesia representaba el cuerpo de Cristo, aunque también se le reconoció con un proceso histórico propio como institución. En 1563, el Concilio terminó, el papado y sus obispos estaban dispuestos a perseguir a quienes no formaran parte de su comunidad, buscaron recuperar el terreno perdido.
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