Tras encontrar el camino al Océano Indico en 1488 y
durante el siglo XVI, los portugueses usaron el litoral africano como zona de
paso, aunque lo consideraban como parte de sus dominios. En buena medida, las
expediciones a estar tierras era para la captura de esclavos negros, los cuales
comenzaron a ser demandados en diversas zonas coloniales (Tenenti, 2011: 159).
Lograron extraer oro de Guinea y luego de Mozambique, en proporciones modestas.
Al no lograr penetrar en las regiones más ricas y
densamente pobladas, los portugueses crearon un imperio comercial entorno al
Océano Indico. Llegaron a otorgar el derecho a navegar en aquellas aguas y se
reservaron la posibilidad de confiscar la mercancía de quien transitara sin su
permiso (Ferro, 2000: 49). Forjaron una alianza con el Safí de Persia, al tener
ambos como adversario al imperio turco-otomano. Al adentrarse al Mar Rojo se
convirtieron como enemigos del Sultanato mameluco de Egipto.
También dentro del Océano Indico, en el Subcontinente Indio
consolidaron en Goa una base naval fundamental para su sistema comercial.
Llegaron a dominar hasta las islas Molucas en la actual Indonesia. Lograron
arribar y tener algunos lasos con Macao como llamaban al Japón actual en el
Lejano Oriente.
A pesar de su amplia experiencia marítima de los portugueses,
la navegación rumbó al Océano Indico resultó complicada. Enfrentaban múltiples
enemigos locales y la piratería principalmente de europeos. Al considerar datos
concretos, entre 1497 y 1572, de 625 unidades que realizaron el viaje sólo 325
volvieron a Lisboa (Romano, 2005: 193). Así, mantener el imperio colonial
resultaba especialmente complicado.
En América, los portugueses lograron controlar la costa
de lo que llamamos Brasil, volvieron a esas tierras rentables al poner
plantaciones azucareras. Sin embargo, el virrey de aquel territorio resultó
débil frente sus pares españoles en Perú y Nueva España. No tuvo un control
eficaz en las provincias y, por el poco interés metropolitano, los criollos
lograron dominar diversos cargos de importancia.
Como ya se observo, en el siglo XVI, los portugueses no
lograron penetrar los territorios tanto en Asia, África y América. Esto le dio
un carácter particular a sus posesiones de ultramar, se trataba de un imperio
filiforme o de forma de hilo. Lo que le dio control sobre los mares y el
sistema comercial en los mismos, sin la posibilidad de crear bases de
dominación social de donde extraer recursos fiscales, lo que volvió a la
estructura endeble.
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