El positivismo


En el decenio de 1810, Auguste Comte estudio un tiempo en la Escuela Politécnica de París, institución que nació de la Revolución Francesa (Hobsbawm, 2003: 36) y buscaba crear técnicos capacitados para competir con la industria inglesa. Ahí, obtuvo las bases de sus ideas sobre el progreso lineal de las sociedad humana. Con el tiempo, creó lo que se conoció como positivismo en términos de doctrina para las ciencias sociales, que también llegó a ser considerada como una corriente historiográfica.
Para sustentar sus planteamientos teóricos, Comte comenzó a escribir. En 1930, en el libro, Curso de filosofía positiva, redactó el principio de lo que él consideró la ley de los tres estadios, la cual se organizan de forma jerárquica y son los siguientes. Primero, el teológico es cuando los hombres tienen como única forma de explicación los principios mítico-religiosos. Segundo, el metafísico conforma un momento donde la observación y sus interpretaciones pasan ha ser lo central en el conocimiento. Tercero, el positivo logra consolidar la ciencia, que significa para el autor la creación de una verdad única e incuestionable. Esta concepción, por su forma de argumentar, resultaba inamovible y buscaba supeditar cualquier investigación histórica a sus principios.
En especifico, según Comte, el estado positivo explica sin posibilidad de cuestionamientos las ciencias sociales y, en especifico, la historia. También, plantea que al lograr tal nivel de conocimiento, la humanidad alcanza el orden y el progreso de forma indiscutible. Es de señalarse, en su modelo, la Europa Occidental alcanzó tal situación, por lo cual el resto de pueblos de la tierra deben de seguir su ejemplo o aceptar la dominación de esta región para ser conducidos a la misma, así, planteó principios ideológicos para el imperialismo.     
A grandes rasgos, en sus términos puros, el positivismo no creó una importante producción de textos sobre historia. Desde una perspectiva decimonónica, entre lo poco existente se puede mencionar Historia de la civilización en Inglaterra de Henry Buckle, que intentó comprender los principales elementos forjadores de la historia. También es posible mencionar Los orígenes de la Francia contemporánea de Hipolito Taine (Aurell, 2013: 220). Estos textos no tienen aportes para el conocimiento de la historia que estudiaron.
En el México de comienzos de la República Restaurada, Gabino Barrera publicó su famosa Oración Cívica, en donde estuvieron presentes los tres estadios planteados por Comte (Matute, 1991: 58). De formas diferentes, sin seguir las recetas del positivismo, más bien teorizando sobre él, diversos autores lo llegaron a plasmar en el Porfiriato como fue el caso de Justo Sierra y Riva Palacio.

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