La Guerra Fría no comenzó con un alejamiento radical
entre el mundo socialista y el capitalista, entre 1945 y 1947, los comunistas
formaban parte de los gobiernos de la Europa Occidental y los no comunistas
hacían su parte en los regímenes de la Europa del Este. En el viejo continente,
las cosas se calentaron por el manejo de los territorios alemanes ocupados en
cuatro partes por las potencias victoriosas: Gran Bretaña, Francia, Estados
Unidos y la Unión Soviética. La misma suerte corrió la ciudad de Berlín al ser
dividida, aunque se encontraba en la zona de control del régimen estalinista.
En marzo de 1948, las autoridades alemanas del lado
ocupado por la Unión Soviética comenzaron a suspender las comunicaciones de la
parte de Berlín en manos de las potencias capitalistas, este sector de la
ciudad sería provisto a través de un puente aéreo (Tusell, 2001: 180). Así,
comenzó la Crisis de Berlín.
Gran Bretaña, Francia y los Estados Unidos decidieron
unificar los territorios bajo su control en Alemania en 1948, de esta forma se
creó la República Federal Alemana (RFA), con capital en Bonn. En respuesta, el
territorio ocupado por la Unión Soviética pasó a ser la República Democrática
Alemana (RDA), con capital en Berlín Oriental. Así, se crearon dos naciones con
claras diferencias políticas, sociales y económicas, lo que reflejaba la
situación de dos polos de poder a escala global.
Prácticamente una década después, los soviéticos
retomaron el tema de Berlín al dar dos sugerencias, pues la migración y el
tráfico de mercancías se había convertido en un problema. Plantearían que esta
ciudad debía quedar totalmente incorporada a la RDA o bajo jurisdicción de la Organización
de Naciones Unidas (ONU). Sin lograr una respuesta, en 1961, los alemanes del
Este con el apoyo de la Unión Soviética se dispusieron a crear el Muro de
Berlín, al menos de forma parcial, detuvieron a quienes deseaban migrar a la
RFA, aunque se dieron diversas formas de pasar al otro lado, algunas realmente
ingeniosas que quedaron documentadas. Con la misma medida, se dificultó la
obtención por contrabando de productos de naciones capitalistas.
A grandes rasgos, el Muro de Berlín se convirtió en el
símbolo más importante de la Guerra Fría, por la forma en que se dividió a un
pueblo, en el corazón de la misma Europa. Es de considerar, en el 2019 tras 30
años de la Caída del Muro, el júbilo de la unificación está agotado y los
alemanes del viejo Berlín occidental ven con desprecio a los alemanes de Berlín
oriental, en buena medida por que estos últimos hacen el mismo trabajo a menor
precio, entre otros muchos problemas.
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