La Paz Armada de la era del imperialismo


En la llamada era del imperialismo, las guerras coloniales resultaron de baja intensidad y relativamente manejables para las potencias de la época. Los caídos en combate eran pocos y no fueron escandalosas las cifras de heridos. Bajo otro ángulo, las muertes en tales conflictos resultaban espectaculares por las enfermedades tropicales, que eran provocadas por los climas de los territorios invadidos, en respuesta, diversos esfuerzos se hicieron en cuestiones de salubridad para mejorar la situación.
A pesar de la relativa falta de conflictos, la era del imperialismo también resultó conocida como el periodo de la Paz Armada. En Europa, la tención diplomática no dejaba de crecer y tanto la inversión como la producción en armamento se dispararon a niveles nunca antes vistos. En el imaginario colectivo, en los gobiernos y en los periódicos de la época, la idea de una guerra catastrófica resultaba creciente. El futurismo planteaba escenarios de la guerra que estaba por llegar, sin embargo, resultaron en la mayoría de los casos poco realistas.
Frente la carrera armamentista existieron actos que llamaban a la sensatez, especialmente en la década de los noventa del siglo XIX. Comenzaron a celebrarse una serie de conferencias sobre como evitar una confrontación bélica y mantener tal situación, la primera en la Haya con esta temática fue en 1899. Alfred Nobel y Andrew Carnegie comprendieron los alcances de la industria bélica y actuaron de forma consecuente al destinar sus fortunas a evitar cualquier enfrentamiento internacional (Hobsbawm, 2005: 317), muestra de esto fue la creación del Premio Nobel de la Paz.
Mientras algunos llamaban a evitar la guerra, la industria trabajaba para volverla más letal. Estimuladas por los gobiernos de las potencias, las empresas bélicas mejoraban sus productos y mantuvieron la actividad, aunque la capacidad instalada ociosa resultaba de consideración, esperaban el momento del inicio de las confrontaciones para usarla.      
Para protegerse unos de otros, en Europa, las potencias comenzaron a crear alianzas, mientras se conformaban otras como respuesta a las primeras. Entre 1871 y 1890, Otto von Bismarck, canciller del imperio alemán,  manipuló las disputas internacionales a su favor y en cierta medida evitó una guerra a gran escala, no obstante, desapareciendo de la escena este personaje, los peligros de una confrontación bélica crecieron año con año, hasta estallar el conflicto en 1914.    

Contenido: 
Ver tema general:
Ver tema:

Comentarios