La revolución de febrero de 1917 y el principio del gobierno provisional en Rusia

por Alef Pérez
La Primera Guerra Mundial desgastó a todos los contrincantes, en Rusia, dislocó la economía y desgarró a la sociedad. Los revolucionarios y reformistas de 1905 regresaron a escena. El 8 de marzo de 1917 de nuestro calendario, día de la mujer, una manifestación de trabajadoras, en un contexto de lucha obrera, encendió el fervor por la transformación. En consecuencia, la revolución de febrero, por su fecha en el calendario ruso, dejó sin apoyos al zarismo, al poco tiempo, Nicolás II Romanov abdicó al trono, así, en cuestión de 5 días el escenario político cambió radicalmente, algo que resultó sorprendente para el resto del mundo.
Para manejar el vacío de poder, el Gobierno Provisional surgió acorde a los intereses de la burguesía, trataba de excluir los clamores más radicales del poder. En buena medida, por no existir más alternativas, el Partido Constitucional-Democrático controló el decadente sistema gubernamental, algunos mecheviques moderados lograron también posicionarse (Ferro, 2003: 8). A la cabeza estaba el príncipe L’vov, aunque poco a poco iría ganando posiciones Kerenski.
En el poder, la burguesía estaba cómoda, a pesar de haber perdido al zarismo como medio de legitimación, esperaban consolidar un régimen afín a sus intereses. Como una forma de satisfacer a las diversas corrientes opositoras, prometieron una asamblea constituyente, sin embargó nunca la convocaron y posiblemente no llegaron a pensar seriamente en la misma. Buscaban articular otra vez los sistemas de control de la sociedad, mientras soñaban en traer capitales del exterior para la reconstrucción.
Por la guerra, los militares eran el grupo de presión más importante, con generales avariciosos y la tropa politizada, aunque el segundo grupo resultó tener más importancia. Buscaron obtener derechos para los soldados y beneficios para sus familias, por los casos de muerte o incapacidades causadas en el conflicto. Su mirada estaba más en los problemas internos del imperio zarista, que en regresar al conflicto bélico. Por su parte, los nacionalismos internos de Rusia despertaron, algunos como los judíos buscaban obtener derechos a través de la democratización, otros como los polacos planeaban construir su propio territorio nacional.
En las ciudades, los obreros trataban de comprender lo sucedido. Comenzaron a demandar cuestiones que pueden considerarse mesuradas, como es la jornada de 40 horas semanales y mejores condiciones laborales, no planteaban convertirse en los dueños de las fabricas o ser apoyados con expropiaciones gubernamentales, reclamaban la instauración de la asamblea constituyente para volver realidad la república democrática. A pesar de tardar más en plantear demandas, los campesinos fueron más radicales desde el principio, buscaban ser los dueños de las tierras que trabajaban para los latifundistas. 

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