La guerra total, economía de las potencias en la Primera Guerra Mundial


Al planificar las primeras acciones bélicas de la Gran Guerra, Alemania esperaba aplastar a Francia con facilidad y en cuestión de días tener la situación controlada. No deseaban sufrir los estragos económicos y sociales de un conflicto prolongado, algo compartido en un principio por los diversos actores involucrados. Es de señalarse, se quedaron entrampados en las trincheras.
En la práctica, Alemania, Francia y Gran Bretaña entraron en una dinámica considerada como de guerra total. Esto significó la intervención estatal de la producción, distribución y consumo, lo que derivó en un estricto racionamiento. En la mayor proporción posible, la fuerza de trabajo se destinó al esfuerzo bélico, ya fuera en el campo de batalla o en satisfacer sus necesidades.
Es de señalarse, el sistema monetario internacional desapareció de un día a otro, el patrón oro que utilizaba este material como medio de intercambio universal dejó de funcionar entre las potencias. Así, las monedas nacionales no tuvieron una forma para intercambiarse o calcular sus valores una frente la otra. En consecuencia, los gobiernos comenzaron a establecer controles de precios, algunos con más éxito que otros. Adicionalmente, el flujo de capiteles se detuvo entre las fronteras, fue captado y canalizado para el esfuerzo bélico en sus propias tierras. En otras palabras, los dogmas del libre mercado cayeron por la necesidad de controlar los recursos.
Para financiar tal esfuerzo bélico, los gobiernos de las potencias confiaron en sus propios bancos, los cuales se vieron en la necesidad de prestar cuanto recurso era requerido (Aldcroft, 2003: 21). El sobre endeudamiento resultó ser un problema necesario, para mantener el flujo de efectivo en las diversas economías nacionales. En contra posición, la obtención de recursos por nuevos impuestos resultó mínima, no deseaban crear problemas sociales dentro de sus propias fronteras.  
De forma particular, el régimen británico controló mejor su economía que el resto de las potencias involucradas en el conflicto. Cuando resultó necesario, expropió empresas para mantener el margen de producción requerido por la población o en el frente de guerra (Hobsbamw, 1999: 212). Realizó compras en el exterior, sin intermediarios privados, para disminuir el margen de la especulación de los precios. Negoció y controló sindicatos con la finalidad de evitar huelgas.  

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