El camino al poder del fascismo italiano

por Alef Pérez
Tras los años de cruentos combates de la Primera Guerra Mundial, el pacifismo resultó ser una de las grandes consecuencias, sin embargo, no lo compartió toda la sociedad. En particular, los soldados extrañaron los tiempos bélicos, las armas, la disciplina y el sacrificio colectivo, poco a poco otros grupos se acercaron a esta posición, entre los cuales estuvieron obreros y campesinos, los cuales llegaron a dar a los movimientos de la derecha de los años veinte y treinta su carácter de masas. 
En particular, Italia estuvo entre los victoriosos de la Primera Guerra Mundial, obtuvo territorios del desmembrado imperio Austrohúngaro. No obstante, los grupos inconformes mostraron un amplio resentimiento y se pudo observar por todas partes, sintieron que los habían tratado como perdedores, mientras la economía se desplomó y se presentó una situación de caos social y político. Como una respuesta desde la extrema derecha, en 1919, la reunión fundadora de la fasci tuvo lugar, con la participación de Benito Mussolini. En 1921, lograron colocar sus primeros diputados, ese mismo año fundaron el Partido Nacional Fascista (Nouschi, 1996: 153), con fuerza en toda la península itálica. 
En 1922, en plena efervescencia popular, el fascismo obtuvo el apoyo de la cúpula militar y del monarca de Italia, Víctor Manuel III. Al observar la situación, la burguesía decidió también mostrar su simpatía, así vinculó la acumulación de capital al sistema político que se estaba creando. Por su parte, los partidos tradicionales estuvieron en plena decadencia, no tuvieron medios para luchar por sus propios intereses. Con el equilibrio de fuerzas a su favor, Mussolini organizó la Marcha sobre Roma, un acto simbólico de gran relevancia, que le dio acceso a convertirse en primer ministro, aunque prefirió el apelativo de Duce, con el cual fue ampliamente conocido.  
En 1925, los fascistas comenzaron una cacería de brujas en contra de sus opositores, se dio desde las diversas provincias hasta las altas esferas del poder italiano, no tuvieron escrúpulos y actuaron con cinismo. Entre los perseguidos, algunos diputados pasaron a ser presos políticos o, en casos extremos, hasta resultaron asesinados. A grandes rasgos, se alcanzó la eliminación de los adversarios políticos hasta 1928. Con estas acciones, no sólo se garantizó ser la principal fuerza política, sino que facilitó la permanencia en el poder, junto con el control de las instituciones.




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